Sabemos que está mal, que es peligroso, que en un segundo puede cambiar todo. Sin embargo, seguimos haciéndolo. El teléfono suena, vibra o simplemente está ahí, al alcance de la mano, y caemos. No importa cuántas campañas de concientización veamos o cuántas veces nos indignemos al ver a otro con el celular en la mano: tarde o temprano, todos terminamos justificándolo.
Así lo revela una encuesta reciente sobre el uso del teléfono al volante desnuda las excusas más comunes que nos repetimos para seguir usando el celular mientras manejamos.
Estos datos surgen de un relevamiento realizado por la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, que encuestó a 2.500 personas entre abril y junio de 2025, mediante formularios online y entrevistas presenciales. El estudio buscó indagar en los hábitos y percepciones de los conductores sobre el uso del celular al volante, un fenómeno que, aunque regulado por ley, sigue muy presente en la vida cotidiana.
Mentiras piadosas, autoengaños que suenan razonables pero esconden un riesgo enorme. ¿Te reconocés en alguna de estas cinco?
1. “Solo uso el GPS, no chateo”
Una de las coartadas favoritas. Según el informe, el 35% de los conductores dice que utiliza el celular principalmente como GPS. Pero entre quienes admiten usar el teléfono al volante, casi uno de cada cuatro también reconoce que termina abriendo aplicaciones de mensajería. Lo que empieza como una consulta de ruta termina, muchas veces, en una distracción mucho mayor.
2. “Si contesto en altavoz no pasa nada”
El 28% de los encuestados dice que responde llamadas mientras maneja, utilizando el altavoz o manos libres. Aunque suene menos riesgoso que sostener el celular, la evidencia muestra que la atención igual se dispersa. El 13% admite directamente contestar sin dejar de manejar. La conversación sigue fluyendo, pero la atención al camino no.
3. “Miro un segundo, nada más”
Es quizás la más peligrosa de las excusas. El 8,8% de los conductores dice que, al recibir un mensaje, lo lee sin responder mientras maneja. Y un 5,5% admite que lo lee y responde. “Un segundo” de desatención es suficiente para perder la reacción ante una frenada, un peatón o cualquier imprevisto.
4. “A mí no me va a pasar”
Aunque el 47% de los conductores cree que es “muy probable” verse involucrado en un incidente por usar el celular, esa percepción de riesgo no alcanza para modificar la conducta. El 12% ya tuvo algún incidente relacionado al uso del teléfono, pero la mayoría sigue creyendo que los accidentes son algo que les pasa a otros.
5. “Conozco los riesgos, pero no me afecta”
El dato que mejor muestra esta contradicción: el 95% está de acuerdo con la ley que prohíbe usar el teléfono al volante, y el 78% incluso cree que las sanciones deberían endurecerse. Sin embargo, más de la mitad reconoce que sigue interactuando con el celular mientras maneja. La percepción de peligro está, pero no se traduce en hábitos concretos.
El estudio de la Defensoría del Pueblo concluye en que el 55% de los conductores cree que sí dejaría de usar el teléfono al volante si conociera mejor los riesgos. El desafío está en transformar ese “sé que está mal” en un verdadero cambio de hábitos.