Tal como ocurre en las luchas en parejas, la aparición de Mauricio Macri en la arena fue contundente. Se tiró contra “su” Boca para ir con todo,junto al Gobierno nacional, contra la AFA presidida por Claudio Tapia en el marco de un combate abierto donde las fuerzas se miden por la envergadura de los protagonistas, todos de peso completo.
Si a la guerra mediática que se desató tras la polémica victoria de Boca ante Talleres por penales en la Copa Argentina le faltaba algo era la intervención del ex presidente de la Nación para hacer aún más espectacular el choque entre quienes buscan quedarse con el rol de superhéroes a los ojos de un público general que, en su mayoría, ve una lucha entre villanos.
En el fútbol tener la pelota no siempre garantiza éxito pero en la política sí. Y es por eso que Julio Grondona no la soltó nunca durante sus años de vida donde estrechó cuantas manos presidenciales democráticas o de facto se la dieran. Ese poder se fue con él a la tumba dejándolo fuera de cualquier fallo adverso en temas de corrupción.
Las historias sobre Don Julio demorarían el hecho de sumergirnos en esta nueva etapa donde quién en los pasillos de la popular calle Viamonte se dice que “le pone medias a un ñandú ” tiene el poder del voto de la mayoría: Claudio Fabián Tapia.
Quién surgió desde las calles como vendedor ambulante y está sentado a la derecha del poder de FIFA es el apuntado por el Gobierno actual como el culpable de todos los males del fútbol argentino pero su espalda es tan ancha como se hicieron las calles colmadas por millones de personas: Sin Tapia no había Scaloneta, algo que remarcó el propio Riquelme en su última entrevista sin cruces. Guste a quién le guste eso es un As dentro de un país donde la pelota siempre jugó un papel importante.
Por eso es que el presidente Javier Milei le quiere dar un pase a las Sociedades Anónimas Deportivas. El Javo, que agarraba la pelota con la mano en sus años de jugador, sabe que necesita aliados y los busca donde mejor se mueven entre capitales privados. Los mismos que buscó Macri quien le dio la estocada final a Massa con su posicionamiento detrás de la Libertad Avanza.
Gobierno vs AFA: ¿Quién es quién en la lucha por el poder en el fútbol argentino?
“Van por Tapia ”, dicen desde AFA quienes ven este escenario donde los privados podrían empezar a tomar control sobre los clubes. El hecho concreto es que Tapia – vivo, despierto, atento – jugó rápido sus cartas para adelantar unas elecciones vitales para el futuro de AFA.
Una AFA que hoy tiene a los árbitros de nuevo en la mira. El escándalo entre el presidente de Talleres, Andrés Fassi, y el juez Andrés Merlos, sirvió para desatar un nuevo round de una pelea que lleva años y que parece estar cada vez más cerca de un final de magnitudes insospechadas.
Desde Viamonte el juego es claro. Tal como se lo enseñó el dueño del Todo Pasa Tapia se aferra al “un club un voto”. La AFA no es de la gente, la AFA es de los clubes y los clubes del ascenso responden a Tapia. Y no son 10, ni 20 ni 30 son la mayoría de los que componen la Primera Nacional, la B Metro, la C y el Federal A más, por supuesto, lo aliados en la Liga Profesional que lo tienen como presidente luego del pedido de intervención por los desmanejos de lo que fue la gerencia de la Superliga y la destitución de Marcelo Tinelli.
En ese sentido Tapia cuenta con Pablo Toviggino como brazo armado. El santiagueño que en un abrir y cerrar de ojos vio como Central Córdoba se metió en Primera, como Güemes pelea en la segunda mano a mano con los históricos y como el Madre de Ciudades se transformó en una de las casa predilectas de las citas importantes de nuestro fútbol (incluida la Selección) es el que no teme a los exabruptos públicos en pos de defender “la causa Tapia”, en ese sentido el otro perro de presa no es otro que el ex barra de Boca y hoy vocal de AFA y presidente de Almirante Brown, Maximiliano Levy (Ascenso)
Que Levy se haya declarado un “soldado de Merlos de acá al resto de mi vida” no sorprende a quienes vienen siguiendo de cerca los arbitrajes en las categorías menos visibilizadas de un fútbol argentino que dista galaxias del manejo de la Selección Nacional. Ahí, en las sospechas que se acumulan fin de semana tras fin de semana, es donde el Gobierno busca marcar la diferencia de la conducción de Tapia. El gran público, pese a mirar de reojo el arribo de los capitales privados, también se muestra harto del andar soberbio de los laderos del presidente.
Cualquier similitud con lo ocurrido en las últimas elecciones no es casualidad y el Gobierno actual lo sabe por eso se apoya en los soldados del León. Al ministro de Regularización y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, poco le importan los insultos de los plateístas del Lobo porque sabe que la pelea – si logra llevarla al largo plazo – deja a los suyos en posición favorable, algo similar a lo que pasa con Daniel Scioli. Al secretario de Turismo, Ambiente y Deportes de la Nación no le hace mella que lo tilden de traidor desde el justicialismo, en su afán de responder a sus nuevos jefes no dudará en mostrarse firme junto a los suyos en una pelea que nos ofrece un final abierto y nuevo protagonistas para la continuidad que está al caer.