La eliminación de la Copa Argentina, la salida forzada de otro entrenador, la fractura interna marcada y evidente de la CD a partir de la renuncia del tesorero y otros directivos, la tabla del descenso que otra vez apremia, la desesperanza de los hinchas, la falta de un rumbo institucional y futbolístico, hacen que el presente de Gimnasia sea un combo preocupante. Y que eso despierte preguntas inquietantes que por ahora no tienen respuesta, pero que en algún momento alguien debería responder, justamente, por ellas. A saber…
Tras dos apuestas por técnicos foráneos y a meses de terminar el mandato, ¿debería este gobierno de Gimnasia elegir por su cuenta otro entrenador sin consensuar con el resto del arco político? ¿O es el momento de abrir juego y apostar por alguien del riñón mens sana, con espalda lo suficientemente ancha para paliar esta crisis? ¿Puede un club con la apremiada economía de calle 4 pagarle a la vez a cuatro entrenadores (los finiquitos o rescisiones de Gorosito, Méndez, Flores y quien sea ahora el nuevo DT)?
¿Por qué tras el reclamo unánime de la última Asamblea de pedir el alejamiento de Marcelo Gauna, el gerente deportivo del club, no sólo no fue contemplada y analizada su salida sino que se sostuvo en la mesa chicas de las grandes decisiones?
¿Puede darse el lujo hoy Gimnasia de pagar a dos secretarios técnicos a la vez, que coexisten en la función, como el propio Gauna y Mariano Messera? ¿Hay algún otro club en toda la AFA que tenga dos personas a sueldo para el mismo cargo? ¿Cuál es el compromiso existente que el gobierno del club no se permite tomar decisiones en ese sentido?
¿Seguirán siendo Pablo De Blasis y Castro los referentes de un plantel que ya vio irse dos técnicos en menos de cuatro meses y que no cumplió ninguno de los objetivos propuestos en este semestre? ¿Tienen legitimidad con el grupo y la gente se referencia en ellos después de otro fracaso deportivo que los tuvo como protagonistas? ¿Quién o quiénes tomarán las riendas del grupo en este momento tan angustiante?
¿Resiste Gimnasia con este esquema de conducción sin apertura hasta las elecciones de noviembre o debería abrir justamente sus decisiones a un consenso político que garantice el marco institucional? En ese sentido, con un mercado de pases más por delante, elecciones en el medio y el equipo en una situación crítica, ¿puede garantizar esta dirigencia el salto de calidad necesario en el rubro incorporaciones para salir de este pozo deportivo cuando las finanzas apremian y las joyas de la abuela ya fueron vendidas? ¿Cuál es la salida? ¿Hay salida?