La vida de Sabrina Ameghino está plagada de historias de superación pero sin dudas que, para la mujer que emocionó a todos con el oro Panamericano en Lima, la principal dificultad es estar lejos de su hija Vera. Su llegada le cambió la vida y la distancia la lastima más que las lesiones “Estar separada de ella es lo peor que me puede pasar”, se sincera con Juan Rubinacci en la vuelta a casa de La Cielo.
La mujer que más oros ha logrado en la historia del canotaje argentino se autodenomina “la abuela” aunque claro, se trata de una simpática exageración. Con 39 años su recorrido es imponente y hasta se puede decir que dio ventaja al estar afuera seis años tras la llegada de su niña en la que no dejó de pensar un segundo: “Desde la línea de largada pensé en mi hija. Me dije, salga bien salga mal, pensá en ella”.
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La maternidad atraviesa la exitosa carrera de Ameghino de forma particular. En ningún momento el éxito deportivo le nubló las prioridades y sabiendo que se pueden tener resultados sin alejarse de la familia continúa peleando y exigiendo por el crecimiento del deporte: “Nosotros vemos la realidad del deporte cuando vamos afuera. Estamos lejos de otros países. La llegada del Enard ayudo pero faltan cosas” explica.
La dueña de nueve medallas de oro explica su peculiar situación: “Argentina siempre fue podio pero nunca habíamos sido oro, hay cuestiones técnicas por mejorar, hay que laburar en infraestructura, hay becas y en ese sentido estamos bien. Pero yo me tendría que seguir yendo a Nordelta (donde entre el equipo argentino) que no tiene las medidas de una pista olímpica”.
