La celebración por los dos años de la plataforma de streaming Olga en el Planetario porteño tuvo todos los condimentos de una fiesta popular: un marco imponente de más de 30 mil personas —según destacaron repetidamente Migue Granados y los propios conductores desde el escenario—, música en vivo, emoción, referencias a la libertad de expresión y, por supuesto, un momento inesperado que terminó convirtiéndose en el eje político de la jornada: los cánticos masivos contra el presidente Javier Milei.
Ocurrió apenas terminado el Himno Nacional Argentino. Mientras en el escenario estaban Migue Granados, Homero Pettinato y Nati Jota, entre otros, el público comenzó a cantar a viva voz: “Milei, basura, vos sos la dictadura”. Luego siguió: “El que no salta votó a Milei”.
Lejos de tratarse de una intervención marginal, el griterío fue generalizado y sostenido, tan potente que terminó tapando cualquier intervención de los anfitriones.
Algunos medios (no de los corporativos y hegemónicos, que ni siquiera hicieron mención al hecho ) lo registraron con claridad.
Sin embargo, hubo algo que llamó la atención en la transmisión: los conductores no se refirieron directamente al momento. No lo interrumpieron, pero tampoco lo subrayaron.
¿Silencio estratégico o mensaje camuflado?
Hay un detalle que no pasó desapercibido: mientras el público entonaba esas letras cargadas de contenido político, Migue Granados se tomó el tiempo para repetir —una y otra vez— que había “más de 30 mil personas” celebrando.
La cifra no parece azarosa. En un país donde el número de 30 mil evoca inmediatamente a los desaparecidos de la última dictadura militar —y donde el actual oficialismo promueve un negacionismo ya nada solapado sobre ese dato—, el subrayado reiterado de “30 mil” en el contexto de una multitud cantando “vos sos la dictadura” cobra otro espesor simbólico. ¿Fue un guiño elíptico? ¿Una forma de decir sin decir?
También se habló del Himno. No sólo del oficial, que sonó minutos antes, sino de otro himno, callejero y contestatario, que surgió desde las gargantas del público. La coincidencia temporal entre ambos —y el énfasis de los conductores en resaltar la “emoción de cantar el Himno”— permite pensar si no hubo allí una intención de poner en paralelo esos dos gestos: el canto patriótico oficial y el canto de protesta espontáneo.
Los conductores de Olga… ¿incómodos o felices?
Lejos de censurar o apaciguar al público, los conductores parecieron cómodos con la situación, incluso felices. No hubo caras largas ni apuros por seguir con la grilla. Por el contrario, se permitieron pausas extensas, celebraron la masividad del evento, y se alinearon con la energía general sin confrontar ni ocultar lo que estaba ocurriendo.
Entonces, la pregunta queda flotando: ¿miraron para otro lado, o lo dijeron todo de la manera más sutil posible? En una Argentina tan entrenada en leer entre líneas, donde lo simbólico muchas veces dice más que lo literal, la respuesta puede estar en ese limbo que une la complicidad con la astucia.
Y tal vez, ahí radica también la potencia política de lo que ocurrió en el Planetario.