Nunca viene mal, para estas épocas navideñas, refrescar a los adultos o narrarle a las nuevas generaciones la verdadera historia de Papá Noel, también llamado Santa Claus (del alemán ‘Niklaus’), o en verdad San Nicolás, llamado “de Bari” porque sus restos permanecen en esa ciudad de Italia, aunque en realidad era turco y millonario.
La historia de su vida es muy particular e interesante y se remonta al siglo cuarto de la era cristiana.
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Mucho se ha escrito sobre su relación contemporánea con la empresa Coca-Cola, que rescató su figura en el siglo XX, y lo devolvió con potencia publicitaria a la cultura popular, enfundado en un traje rojo.
Pero aquí nos referiremos a sus orígenes históricos ligados por igual a la veneración tanto en Oriente como en Occidente, siendo uno de los pocos santos con tanta influencia en ambos “mundos culturales” tan divergentes.
Es que “Santa” o Papá Noel (nadie entiende bien por que razón en Chile se lo llama Viejo Pascuero) proviene del término francés “Père Noël“, que significa “Padre Navidad”.
Sin embargo Claus se relaciona con el apócope de “Nicolás”, su verdadero nombre de bautismo, ocurrido en el Imperio Romano, pero en la ciudad de Patara, en la región de Licia (actualmente dentro del territorio de Turquía), según se calcula en el año 270.
De familia adinerada, desde niño se destacó por su carácter piadoso y generoso. Sus padres, fervorosos cristianos, lo educaron en la fe. Después de la muerte de sus padres, Nicolás heredó una gran fortuna.
Pero él no utilizó el dinero para su propio bienestar económico, sino que repartió toda esa fortuna entre los pobres, y se fue a vivir a Myra (Anatolia, también en la actual Turquía), donde sería consagrado obispo de una forma muy curiosa.
OBISPO “DE CASUALIDAD”
Dice la leyenda que varios sacerdotes y presbíteros se encontraban discutiendo sobre quién sería el futuro obispo, pues el anterior había fallecido. Al no ponerse de acuerdo, se decidió que fuera el primer sacerdote que entrase en el templo, que por azar fue Nicolás.
Por un decreto del emperador Licinio contra los cristianos fue encarcelado y su barba quemada, siendo liberado por el emperador Constantino, el primer líder romano en convertirse al cristianismo y adoptar ese culto como religión oficial del imperio.
MILAGROS INESPERADOS
Son muchos los milagros que se le atribuyen. Uno de los de mayor repercusión es el que cuenta que, siendo aún joven, se compadeció de un desquiciado hidalgo de la localidad de Patara, su ciudad de nacimiento, que habiendo caído en la más absoluta miseria se había visto obligado a prostituir a sus tres hijas (según el relato, hermosas y honestas). Para remediarlo, el santo echó tres zapatos (según otras versiones bolsos) llenos de oro, durante algunas noches por la ventana del cuarto donde dormía aquel padre ‘proxeneta’, con lo que proveyó el «remedio oportuno» para que las jóvenes (casi niñas) no tuvieran que seguir ejerciendo la venta de su cuerpo para alimentarse.
En otra versión, que haría historia, se afirma que dejó caer por la chimenea unas monedas de oro, y que milagrosamente encestaron en unas medias de lana que las jóvenes habían dejado secando. De esta legendaria narración se supone la tradición de colgar las medias tejidas que sirven para recibir regalos en Navidad.
Así también, en ocasiones se recuerda al Obispo de Myra con tres monedas de oro en las manos en su representación más reconocida que es una opereta escrita siglos después y que se cree fue la que diera lugar a la leyenda del “Papá Noel”.
Otro milagro conocido es el de haber resucitado por su intercesión a tres niños que habían caído de un árbol y muerto al instante. También se le atribuye el milagro de los tres niños sacrificados para dar de comer a los clientes de un hostelero, siendo devueltos a la vida por intercesión del santo, motivo por el cual se le representa con tres niños a su lado.
Uno de los supuestos milagros más recientes, ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial, y cuenta cómo en un bombardeo a la ciudad de Bari una madre se separó de su niño en medio de la confusión perdiéndolo de vista, y apareciendo horas después en la puerta de la casa, sano y salvo. El niño contó cómo un hombre que describió como exactamente igual a San Nicolás lo ayudó, lo protegió, y lo llevó de regreso a su casa
VENERADO EN AMBOS “MUNDOS”
En Oriente lo llaman Nicolás de Myra, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en Occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los musulmanes conquistaron Anatolia, un grupo de cristianos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en la región de Puglia, Italia. En esa ciudad se le adjudicaron tan admirables milagros al rezarle que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el 550, a doscientos años de su muerte, se había construido un templo en su honor.
Según narra la leyenda, durante la edad media, en la tarde del 5 de diciembre, un día antes de la fiesta de San Nicolás el 6 de diciembre, a los niños se les otorgaba regalos en su honor. Esta fecha fue el anterior día original, pero que se movió en el curso de la reforma protestante y su oposición a la veneración de santos en varios países el 24 y 25 de diciembre. El cambio de fecha para el acto de otorgar regalos a niños para hacerse durante navidad fue propagado por el teólogo Martín Lutero como una alternativa para la anterior costumbre de regalar durante la fiesta de San Nicolás, esto para centrarse en la veneración de Cristo y no en la veneración de santos. Lutero originalmente sugirió al Christkind como el que reparte los regalos, pero San Nicolás se mantuvo como el repartidor debido a su popularidad.
En este interesante video de YouTube puede conocerse la ciudad natal de Papá Noel, Patara, mostrada por una turista que viajó a Turquía (encender la opción de subtitulos en castellano).
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