Este 20 de septiembre pasado se cumplieron 35 años del asesinato de Julio Troxler, por parte de la Triple A.
La segunda vez, no pudo escapar a su destino, cuando iba a su trabajo en la Facultad de Derecho de la UBA fue interceptado por cuatro individuos y fusilado por la espalda en un callejón de Barracas.
El ex gobernador Felipe Solá, en un homenaje a los fusilados del 56’ decía, “Quiero recordar también a aquellos que pudieron sobrevivir de la masacre, a algunos héroes que fueron asesinados 18 años después en 1974 asesinados por la espalda, a Julio Troxler que escapó con vida del intento de fusilamiento. Julio Troxler, uno de los hombres más enteros y tranquilos, y valientes que pude conocer“
Entre las dos muertes, Troxler, con la llegada de Campora a la presidencia de la Nación y la formula Oscar Bidegain–Victorio Calabró a la gobernación de la provincia de Buenos Aires fue designado Jefe de Policía de los “patas negras”, renunciando el 24 de enero de 1974 con el golpe institucional a Bidegain, que dejó al sindicalista metalúrgico Victorio Calabro como gobernador bonaerense, quien en su primer acto de gobierno aumenta un 120% los haberes de la policía para congraciarse y tenerla como aliada en los duros días por venir en aquel 1974.
Troxler, y el bonaerense (nació en Cuatreros, pueblito cercano a Bahía Blanca) Evaristo Meneses, comisario de la Federal considerado sino el mejor, unos de los mejores policías de la historia policial contemporánea argentina, tenían mas de un pensamiento y actitud en común, a uno lo asesinaron yendo a trabajar a la UBA, luego de ser jefe de Policía, el otro murió de viejo, solo y pobre, a los 86 años; los dos creían que los pobres no eran chorros, ni reprimían manifestaciones.
Meneses alguna ves recordó, ”los delincuentes de verdad -dice- andan en coche, bien trajeados y con uñas lustradas”. “Cuando me hice cargo de Robos y Hurtos los muchachos salían a buscar hombres con cara fea y mal vestidos. Una vez –recuerda– me trajeron detenido por error a un sospechoso que tenía los zapatos destripados. Sin necesidad de interrogarlo, les dije que lo soltaran. Lo menos que puede hacer un malhechor es afanarse un par de zapatos. Pero no hay reglas sin excepciones. A veces alguno tiene cara de chorro” y lo dieron de baja de la Policía Federal por, entre otras cosas, negarse a reprimir huelgas obreras.
Poco y nada saben los policías bonaerenses de estos hombres que son verdaderas escuelas de ética, moral y actitud en su acción profesional y ante la vida.
Este 20 de septiembre pasado, el ministro Carlos Stornelli podría haber realizado un homenaje a Julio Troxler. No lo hizo y perdió la oportunidad de dar una señal, de sincerar errores y encaminarse en un verdadero cambio profundo en las políticas en materia de seguridad. Quizás la razón este en lo escrito por el periodista Horacio Verbitsky, “la peor ignorancia que ostentan es la del gobierno civil de la seguridad, porque lo han delegado en la institución policial que, librada a sí misma, deja ver cuál es su calidad. Esto tiene tanto que ver con la incapacidad como con la corrupción…”.
El coronel Mercante fue la mano derecha Perón, se afianzó por su papel clave en la revolución de 1945, por su creatividad y dinamismo en gobierno de la provincia de Buenos Aires, por su justa y sabia administración de la convención constitucional de 1949. Alabado por Evita como “el corazón de Perón“, Mercante parecía tener mucho futuro político; sin embargo, el mismo éxito fue el motivo de su caída en desgracia; Perón lo expulsó en 1953 porque le hacía sombra.
Como gobernador de la provincia de Buenos Aires, cuenta Carolyn Becker en la biografía sobre Mercante, inició un programa de obras públicas sin precedentes, reestructuró prácticamente todos los departamentos del gobierno e ideó un equipo de ministros innovadores e independientes para llevar a cabo los programas y actividades de un gobierno dedicado a responder a las necesidades de todos los trabajadores. El trabajo de Mercante se realizó con un espíritu de cooperación con la oposición política, con respeto para el punto de vista de ella, pero sin comprometer su propia dedicación a la justicia social y la independencia económica.
Cualquiera que lee este último párrafo, dirá es lo que Daniel Scioli iba a llevar adelante en la Provincia, dos años después es difícil encontrar logros.
El hacer y deshacer, el decir y desdecirse ha sido una constante de los últimos tiempos del gobernador Scioli, caso la Ley Fiscal 2010, se la hizo votar a los legisladores oficialistas a lo Pirro y luego la modificó por presiones de sectores del campo y portuarios, echar a Santiago Montoya o salir a desdecirse como en el caso de los “echados” jefes de la bonaerense, que en realidad algunos están relevados y en disponibilidad. Su relación con los sectores del campo han sido de ida y vuelta, de decir “con el hambre no se jode” a recibirlos, de poner un ministro afín al campo como Emilio Monzó y manifestar que “se iba poner al frente de los reclamos” al absoluto silencio, renunciándolo a Monzó y aceptando como ministro a Ariel Franetovich, hombre que le pusieron desde Nación.
El hito máximo fue la presentación de la vuelta a las contravenciones en manos de la policía como respuesta a la inseguridad. En sus primeras 72 horas de entrado el proyecto en el Senado provincial, había sido cambiado tres veces, con modificaciones en 40 artículos y ante el reclamo de los legisladores oficialistas por el retroceso que significaba esta norma, fuentes legislativas confiables aseguran que desde el Ejecutivo, aspiran, con la reforma, dar la sensación de que se profundiza en el debate contra la delincuencia.
“No deberían descabezar a la policía, deberían descabezar la gobernación”, dijo el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati con la violencia verbal que lo caracteriza, que no es otra que la forma de decir y actuar histórica de los patrones de estancias, de los hacendados bonaerenses, incluido Juan Manuel de Rosas, “el restaurador de las Leyes”.
Desde todos los sectores de la dirigencia política e institucional han descalificado los dichos de Biolcati. Todos, oficialistas y opositores lo atendieron el hacendado bonaerense y este subió la apuesta por un lado se disculpó por lo dicho y después le pidió a Scioli que renuncie. Hoy el sentir de la mayoría de los habitantes de la provincia de Buenos Aires hacia el Gobernador es de rechazo.
Mauricio Macri en la última Feria del Libro, en su discurso se lo noto flaco de lectura y refiriéndose a Borges lo bautizó como “José Luis Borges“. En el entorno de Pérsico cuentan una historia parecida, con Scioli como protagonista, pero con el periodista y escritor Rodolfo Walsh como referenciado. Extraño o no tango, Scioli y Mauricio Macri se parecen mucho, por origen, desembarco en la política, y hasta por su gestión.
El Manual de Conducción de Perón, ni los textos de Fernando Flores, Edgar Morín, Peter Senge, Norton y Kaplan, Henry Mintzberg, ni a Carlos Matus parecen haber estado entre sus textos de formación sino otro sería el actuar de ambos. Scioli, y su equipo han mostrado llamativo apego a un estilo marcadamente marcketinero.
Su lealtad -que algunos llaman miedo a Néstor Kirchner- y la ausencia de reclamos de mas coparticipación para la Provincia, el lastre de 20 años de gobierno de un peronismo “distraído”, olvidado de “la bandera de la justicia social y de la felicidad del pueblo“, donde todos los problemas que padecen los bonaerenses se han ido agravando en lugar de solucionarse; complican la imagen pública de Scioli.
La pobre performance de su gestión en áreas claves como seguridad (Caso Pomar e inseguridad en el conurbano bonaerense sin respuesta efectiva), salud (Hospitales sin medios y con problemas de infraestructura) y una educación sin calidad (final de clases sin clases por paros docentes) es lo que hoy, lleva a los bonaerenses a una posición critica y de enojo con el Gobernador.
Forzado por las circunstancias hará seguramente mas cambios de gabinete, alguna segunda línea del ministerio de Seguridad mas algún jefe policial mas dejaran su puesto y duda que hacer con Stornelli. En el edificio de calle 6, habita aún -herencia de Pepe Scioli- un joven funcionario que ya registra un paso por el área de Seguridad de un lado y otro de la General Paz, y a quien algunos le ponen alguna ficha. El vicegobernador Alberto Balestrini y algunos intendentes por estas horas le aconsejan cambios para llegar a marzo y ganar tiempo.
La provincia de Buenos Aires fue intervenida en repetidas oportunidades. Con Yrigoyen, Justo y Ortiz fue intervenida. Frondizi la intervino en el final de su mandato, Perón en su tercera presidencia, no la intervino; pero forzó el desplazamiento del gobernador Bidegain, promoviendo a Calabró y Eduardo Duhalde le saco la papa caliente a Carlos Ruckauf, llevandose lo de Canciller dejando de piloto de tormentas a Felipe Solá.
Desde la Rosada y desde la Quinta de Olivos observan preocupados los acontecimientos; mas precisamente Néstor Kirchner y dejan entrever que el “caso Pomar” es un mojón al hartazgo de los bonaerenses. Dicen algunos habitantes de la Casa Rosada, que en Presidencia, o más precisamente en Olivos, búnker obligado del Poder sin cargo, ya garabatean un plazo: si para marzo, abril no hay resultados será el mismísimo Kirchner quien de manera directa -o indirectase hará cargo de enderezar los rumbos del gobierno provincial. Con recursos y gestión.
CAGL