Lo que comenzó como un simple rumor en redes sociales terminó siendo una realidad ineludible: el servicio ferroviario que conecta General Guido con Divisadero de Pinamar dejará de funcionar a partir del 1 de abril.
La confirmación llegó desde la propia Trenes Argentinos, que argumentó que la medida se debe a “cuestiones de seguridad operacional“. Sin embargo, detrás del comunicado oficial se esconde una verdad aún más cruda: la historia se repite como un calco de los años 90, cuando la desidia estatal y el desinterés por el transporte público condenaron a la desaparición a decenas de ramales ferroviarios.
Como si se tratara de una escena ya vista, el destino del tren a Pinamar recuerda inevitablemente la era menemista, cuando el desguace ferroviario dejó a cientos de pueblos en el olvido.
Aquella vez, la excusa fue la privatización y la supuesta modernización.
RAMAL QUE SE ROMPE…
Hoy, bajo el régimen de Javier Milei, el pretexto es la “Emergencia Ferroviaria” y la falta de inversiones previas. Pero el resultado es el mismo: menos trenes, menos servicios y una Argentina cada vez más desarticulada.
“Trenes Argentinos comunica que, a partir del 1 de abril, el servicio de la línea Roca que conecta General Guido con Divisadero de Pinamar quedará suspendido por cuestiones de seguridad operacional que impiden garantizar una normal prestación.”
El comunicado de Trenes Argentinos explica que la suspensión responde al estado de deterioro de la vía y de los puentes del recorrido, lo que haría insegura la operación. ¿Qué se hará para solucionar el problema? Nada. O, al menos, nada en lo inmediato.
En lugar de invertir en la reparación de los tramos dañados o en la modernización de la infraestructura, se opta por la solución más fácil (y cruel): cerrar el ramal y dejarlo librado a su suerte, esperando que el olvido haga el resto.
El ferrocarril a Pinamar tiene una historia marcada por los vaivenes políticos. Reinaugurado en 2021 tras años de abandono, el servicio logró consolidarse como una alternativa accesible para quienes buscan llegar a la costa atlántica sin depender del auto o los micros.
Ahora, apenas cuatro años después, el nuevo Estado libertario le da la espalda al tren y a sus pasajeros, como si la conectividad y el desarrollo del turismo regional no fueran prioridad.
“La medida responde al estado de la infraestructura de vía que provoca movimientos irregulares en la formación durante la marcha; y al deterioro de los puentes, lo que representa un riesgo para la seguridad de los pasajeros que utilizan ese recorrido de 96 kilómetros.”
El discurso oficial repite la misma lógica que en los 90: el tren es inviable, hay que administrar los recursos con “prioridades” y es mejor concentrar las inversiones en los ramales más utilizados.
La diferencia es que, en aquel entonces, la excusa era la ineficiencia estatal y ahora se presenta como una cuestión de seguridad. Pero el resultado es el mismo: una Argentina con menos trenes y más rutas colapsadas por el tráfico.
“Dada la situación, el servicio Guido – Pinamar se suspenderá para sostener el mínimo estado de la vía antes que colapsen tramos y puentes, lo que podría ocasionar riesgos de accidentes graves.”
LA ARMONÍA NOVENTOSA DEL DESGUACE EN CADA ÁREA
Mientras se anuncia la suspensión del servicio Guido-Pinamar, el gobierno sigue adelante con su plan de ajuste, priorizando la reducción del gasto por sobre cualquier otra consideración.
No hay un solo peso destinado a recuperar este ramal, ni siquiera una mención a un eventual regreso. Si algo quedó claro en estos meses de gestión es que la “libertad” que promete el oficialismo no incluye la libertad de moverse en tren.
Así, una vez más, la desidia oficial condena a otro servicio ferroviario a su desaparición. Como en los 90, la receta es la misma: dejar morir las cosas en lugar de mejorarlas.
Y, como en los 90, el resultado será el mismo: menos trenes, más aislamiento y una Argentina que se achica, mientras el gobierno mira para otro lado.