En un contexto de emergencia sanitaria mundialmente impensado, enfermeras y enfermeros que día a día enfrentan al coronavirus desde la primera línea conmemoran este miércoles su día mundial en homenaje a una de las madres de la enfermería moderna, Florence Nightingale.
Nacida Florencia, Italia, el 12 de mayo de 1820, Florence creció como hija de una familia inglesa acomodada y vivió rodeada de lujo. Pero en lugar de acudir a fiestas y reuniones sociales, con solo 17 años empezó a visitar viviendas de personas pobres y enfermas para apoyarlas a intentar mitigar su dolor.
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Seis años más tarde, les comunicó a sus padres su deseo de convertirse en enfermera. Si bien primero encontró una fuerte oposición debido a que la profesión estaba asociada a la clase trabajadora, su padre terminó por inscribirla en los mejores colegios no solo de Inglaterra, sino de varios países.
Así, inició sus estudios en Egipto, Alemania e Italia y simultáneamente hizo anotaciones de las diferencias y necesidades de los distintos hospitales. Esto la llevaría a escribir sus libros Notas de Hospital y Notas de enfermería, los cuales marcaron la pauta de la enfermería moderna.
La guerra de Crimea
En marzo de 1854, cuando llegaron informes sobre las pésimas condiciones y la falta de suministros médicos que sufrían los soldados heridos en la guerra de Crimea, el ministro de Guerra invitó a Florence a supervisar la introducción de enfermeras en los hospitales militares de Turquía.
Así, con un grupo de 38 enfermeras, llegó a Scutari y se dedicó a organizar los hospitales para mejorar el suministro de alimentos, mantas y camas y garantizar buenas condiciones generales y de limpieza. Su trabajo nocturno para comprobar que todo estuviera bien le valió el apodo de ‘Dama de la Lámpara’, que perdura hasta el día de hoy.
La introducción de enfermeras en los hospitales militares se consideró un éxito sobresaliente. Florence regresó a Gran Bretaña como una heroína y las donaciones llegaron al Fondo Nightingale. El dinero recaudado le permitió continuar su reforma de la enfermería en los hospitales civiles de Gran Bretaña después de la guerra.
Decidida a que los errores médicos de la guerra de dos años nunca se repitieran, comunicó las necesidades de una reforma médica utilizando gráficos estadísticos que mostraban que habían muerto más hombres por enfermedades que por sus heridas.
El desarrollo de la fórmula de modelo de estadística hospitalaria para que los hospitales recolectaran estadísticas confiables de natalidad, morbilidad y sus causas fue uno de los grandes aportes que hizo a la organización del trabajo en la salud.
Su influencia
En 1860, con un fondo recolectado como tributo a sus servicios en Crimea, Florence creó la primera escuela de formación profesional para enfermeras, la Nightingale Training School, en el St Thomas Hospital. Su reputación pronto se extendió y se pidió a las enfermeras Nightingale que iniciaran nuevas escuelas en todo el mundo, incluidos Australia, América y África.
También hizo una campaña incansable para mejorar los estándares de salud, publicando más de 200 libros, informes y folletos sobre planificación y organización hospitalaria que aún hoy son muy leídos.
La influencia de Florence en la enfermería actual abarca desde los diseños de sus salas (conocidas como Nightingale Wards), que se desarrollaron en respuesta a su comprensión de que los edificios hospitalarios en sí mismos podrían afectar la salud y la recuperación de los pacientes.
Florence también creía en la necesidad de enfermeras especializadas en partería y estableció una Escuela de enfermería de partería en el King’s College Hospital, que se convirtió en un modelo para el país. Además, inspiró la fundación de la Cruz Roja Internacional, que aún otorga la Medalla Florence Nightingale.
A pesar de su dinamismo y entusiasmo, Florence conoció los rigores de las enfermedades: en 1872 se retiró del servicio activo, en 1895 quedó ciega, y más tarde perdió otras facultades, lo que hizo que debiera recibir cuidados de tiempo completo.
En 1908, mientras permanecía completamente inválida, le fue otorgada la medalla al mérito, honor rara vez otorgado a una mujer, y el 13 de agosto de 1910 falleció a los 90 años.
Con información del Museo Florence Nightingale y el Programa Nacional de Epidemiología y Control de Infecciones Hospitalarias
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