Magdalena Sierra de Ferraresi asumió como intendenta interina de Avellaneda tras la licencia solicitada por su esposo, Jorge Ferraresi, y aunque la escena fue presentada como un traspaso institucional ordenado, la jugada agitó tensiones en el oficialismo local, donde no pocos vieron más una maniobra personal que una decisión colectiva.
En un video publicado en sus redes, Sierra mostró el momento en que ingresó al despacho de la Intendencia, recibida con aplausos por empleados municipales. La puesta en escena buscó reforzar su legitimidad en el cargo, pero lejos de generar unidad, despertó malestar interno tanto en el personal del municipio como en sectores del peronismo local, que no ven con buenos ojos esta nueva configuración del poder comunal.
El movimiento recuerda un capítulo no tan lejano en la historia política del propio Ferraresi. Fue en 2009, cuando Baldomero Álvarez de Olivera, entonces intendente, dejó el municipio para asumir como ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires. Su reemplazo fue Ferraresi, que lejos de cuidar el “puestito”, le armó la interna y consolidó su propio liderazgo. Hoy, con ese recuerdo aún fresco en la memoria política de Avellaneda, el intendente parece decidido a no repetir los errores de su antecesor y deja la silla en manos de alguien en quien confía sin reservas: su esposa.
En el entorno del peronismo local algunos lo califican directamente como un caso de nepotismo. Pero más allá del parentesco, lo que inquieta es la lectura de que esta decisión no sólo cubre una licencia temporal, sino que busca instalar la candidatura de Sierra hacia 2027, sin debate ni construcción colectiva. Los sectores más críticos lo llaman “una sucesión digitada” y advierten que, si no hay instancias de discusión interna, podrían darse rupturas o pases de factura en el futuro cercano.
Todo esto ocurre, además, en un contexto político delicado para el oficialismo bonaerense. En medio de la campaña rumbo a las elecciones legislativas del 7 de septiembre, donde el peronismo bonaerense, ahora bajo el sello Fuerza Patria, se juega mucho, el gesto de concentrar el poder en lo familiar podría tener costos ante la opinión pública, especialmente en una sociedad con creciente rechazo a las prácticas que remiten a privilegios heredados.
Por ahora, Sierra intenta mostrarse como continuidad de gestión. “Con el compromiso de siempre, voy a seguir acompañando el proyecto que lidera Jorge Ferraresi”, escribió en su cuenta de Instagram. Pero en el mapa interno del peronismo de Avellaneda, el clima dista de ser armónico. No todos creen que esta historia terminará con una foto de familia feliz.