“Si yo imponía mi temperamento iba a poder prevalecer”. Recién llegado a Tigre desde Cerrito de Uruguay, allá por 1999, Alejandro Orfila Colmenares entendió que su impronta, su firmeza, lo iba a destacar en un fútbol argentino que destaca siempre a quienes dejan la piel.
Ese espíritu, el entrenador charrúa se lo ha inculcado a sus futbolistas: el foco y la tensión con la que afrontan cada partido han hecho de Gimnasia un equipo inteligente, rocoso, duro. Con una muralla que lo certifica.
Renzo Giampaoli y Gastón Suso se han transformado en los dos defensores con más despejes en lo que va del Clausura: juntos suman 95. Un promedio de casi 24 por encuentro, lo que equivale a una docena de rechazos por cabeza. ¿Quién es el que tiene mayor tasa de balones expulsados del área y aledaños? RG, con 13 por juego; el capitán no baja de los 10,8.
Dentro de este combo, los dos zagueros también tienen una buena tasa de pelotas interceptadas antes de que se transformen en un ataque directo: Suso 1,8 y Giampaoli, 1.
Además, en el fuero que estadísticamente se denomina “entradas” —así se define en la jerga de las métricas a las barridas en el suelo que no derivan en foul y sí en recuperaciones— el mejor del torneo es Juan Pintado, un lateral que se consolidó.
Insfrán también tiene sus méritos en GELP
Una firmeza que se trasladó a la propia red: apenas dos goles recibidos y un par de vallas invictas de un Nelson Insfrán determinante cada vez que se lo exigió (promedia 2,49 goles evitados por encuentro; está #4 en el ranking del torneo; marcha #6 en cantidad de atajadas promedio: 3,8).
Por lo pronto, que la pelota llegue mucho al área propia es un riesgo que Gimnasia adopta al ceder por momentos la posesión de la pelota. Aunque estratégicamente, que el pack central tenga estos números convalida que Orfila se incline por este plan: sabe que la muralla conformada por Suso y Giampaoli (y que tiene a Insfrán como último filtro previo al arco) se lo permite hacerlo.