“Empecé a disfrutar tirarme a los pies y la gente lo reconocía”. Dos años después de su retiro, en 2022, Gastón Fernández reconoció que Estudiantes le cambió la mentalidad. Que lo remodeló. Que su fútbol sufrió una modificación existencial a partir de su incorporación al club, y esencialmente desde que Alejandro Sabella lo empezó a entrenar. Técnicamente impoluto aunque desacostumbrado al esfuerzo extra que obliga el escudo de EdeLP, la Gata Fernández sufrió. Incluso llegó a ser relegado a Reserva. Pero resurgió: nadie duda de su importancia histórica, del valor de sus 236 partidos y 43 goles.
Aquel “proceso del que aprendí muchísimo” tuvo a Sabella como docente que de algún modo vio en Fernández una versión moderna de su propia historia. Porque Pachorra también había llegado a La Plata siendo un elegante enganche ochentoso. Y allí debió compensar su talento con la fajina, el overol, el sacrificio, llámese como se llame ese plus identitario de quienes jugaron y juegan en Estudiantes. Y que tan bien describió GF en aquella definición casi enciclopédica de su cambio.

Cristian Medina parece estar transitando un proceso similar al de Fernández. Incorporado luego de la ejecución de cláusula que tenía fijada en Boca Juniors (u$s 15 millones) es posible que el ex Boca haya sufrido por el peso de esa cifra. Que el monto haya sobredimensionado en parte la expectativa que se generó al firmar su vínculo por cinco temporadas. Aunque desde lo conceptual, Medina también debió aclimatarse. Dejando algunas señales de cambio en este inicio de Torneo Clausura.
Porque es cierto que Medina paulatinamente se fue convirtiendo en una pieza que encajaba en el esquema y el diseño de Eduardo Domínguez: en lo que va de la temporada jugó 23 partidos, marcó un gol, dio dos asistencias y metió 17 pases que terminaron en un inmediato remate al arco. Además, estuvo fino en su mayor virtud: la distribución. Cristian registra un 84,9% de efectividad en pases (85,8% en el torneo local) promediando casi 500 entregas correctas en lo que va del año.
Ahora bien: ¿y la marca? De a poco va entendiendo las necesidades atadas al manual de estilo: contabiliza 34 quites, 20 intercepciones, 4 bloqueos y 11 duelos defensivos ganados. Solo en el torneo local, recuperó 24 pelotas y ganó 13 duelos en el piso. Todo esto con un esfuerzo que de a poco va asemejándose a lo que en su momento supo hacer Fernández. Señales que tendrá que profundizar en una etapa crítica del año.
Porque Estudiantes comenzará esta semana la serie de octavos de final de la Copa Libertadores frente a Cerro Porteño (la ida será el 14/8 en Asunción; la vuelta, una semana más tarde en UNO). Y allí, donde mayor fajina hace falta en cruces tan difíciles -en los que él ya tiene experiencia- Medina tendrá que terminar su evolución. Continuando con la línea que siguió la Gata.
