El lunes, en plena caótica euforia por el “levantamiento del cepo”, se vivió en la televisión argentina una escena que bien podría formar parte de una instalación artística o de un sketch de Peter Capusotto y sus videos. La movilera Giuliana Salguero, desde el barrio porteño de Belgrano, tenía la aparentemente sencilla misión de reflejar las sensaciones de la gente respecto a la nueva posibilidad de comprar dólares por “homebanking“.
Pero lo que se desplegó al aire fue una suerte de tableau vivant nacional, una especie de Guernica criollo en movimiento donde el caos, la confusión y la tragicomedia se fundieron en tiempo real.
DE DÓLARES A LLAVEROS
El móvil por la señal TN comenzó con una pregunta clave y simple: ¿pudiste comprar dólares hoy?
La respuesta fue una performance en cinco actos.
Primero, una pareja mixta: ella, pianista concertista, de Bulgaria; él, argentino, aunque ella corrigió con sorna: “No, vos sos mendocino”. La charla derivó en una reflexión sobre las cíclicas crisis argentinas, esos loops económicos que parecen atrapados en un eterno retorno con final conocido.
Pero la calle es impredecible. Una joven se acercó con otra urgencia: denunciar que su hermano, portador de VIH, no recibía los medicamentos del PAMI. La movilera intentó mantener el eje, pero la denunciante, entre lágrimas y rabia, agregó que el país “se cae a pedazos” y que ella iba a participar de un programa de streaming.
Desde el estudio, Franco Mercuriali, conductor del noticiero, deslizó que era una ex Gran Hermano… El reality se filtraba por todos lados.
EL LADRÓN Y LA SELFIE
Como si fuera poco, una tercera historia irrumpió: a una chica le robaron el celular en un colectivo que justo pasaba por detrás. Vecinos y comerciantes empezaron a señalar al supuesto ladrón, un chico con capucha blanca. Gritos, acusaciones cruzadas, y otra frase que quedará para la antología del caos urbano: “Laburan todo el día y los roban todos los días”. El móvil ya era incontrolable.
En ese momento, como en un capítulo absurdo de Los simuladores, una persona se acercó solo para sacarse una selfie con Giuliana. “No, estoy trabajando”, dijo ella, antes de ceder con orgullosa resignación y posar con sonrisa congelada. Ni una pregunta, ni una declaración, solo la foto.
Como si el desconcierto no fuera suficiente, dos señoras mayores finalmente respondieron la consigna: “No tenemos dólares ni con qué comprarlos”. Una de ellas, generosa en su afán informativo, avisó que había encontrado un llavero Volkswagen y que lo había dejado en la farmacia de Mendoza y Cabildo, por si alguien lo había perdido.
En tres minutos, el país se expresó: la crisis económica, la salud pública, la inseguridad, la televisión como espectáculo, el reality en la calle, la falta de moneda y el hallazgo de un llavero, todo en vivo, sin cortes, sin guion, como una escena coral del Bosque de los suicidas, en el séptimo infierno de Dante Alighieri.
Desde el estudio, Mercuriali cerró con ironía: “Tus móviles son medio reality show, ¿eh?”… Y sí. Pero más que un reality, fue la cruda puesta en escena de una instalación emocional colectiva.
El verdadero levantamiento fue al cepo de la lógica.