La Copa Libertadores no perdona. Aunque el rival de turno pueda resultar menor, el desarrollo del partido no suele estar a la par de las conjeturas previas. Al menos en el resultado final. Porque si por un momento el gol tempranero de Ezequiel Piovi ilusionó a los hinchas con un resultado holgado, rápidamente eso quedó desbaratado.
Estudiantes tuvo tres minutos letales en defensa y lo pagó muy caro. Fueron dos situaciones aisladas al juego, dos goles y rápidamente en desventaja, cuando recién transcurrían 10 minutos de partido. Ramiro Funes Mori fue el defensor más expuesto. Cometió el penal (evitable) y no tuvo reacción en el rebote de la jugada que desembocó en el segundo gol de la U.
El equipo de Eduardo Domínguez sintió el cimbronazo y le costó volver al partido. Cuando lo logró, comenzó a hilvanar buenas jugadas en ofensiva y mereció llegar al empate antes del entretiempo, pero no le alcanzó.
En el complemento, el Pincha fue de menos a más. Primero aguantó las embestidas del visitante, que salió a jugar bien plantado y manejó, por momentos, los tiempos del partido. Luego, con los cambios ofensivos que propuso el Barba, se volcó en ataque y buscó la igualdad por todos los medios.
Es cierto que no tuvo claridad en ataque, le faltó frescura. Pero no se puede negar el empuje y la búsqueda constante del equipo, incluso hasta el último minuto. Igualmente, con eso no alcanzó. Pesaron más los errores y las dudas defensivas y el Pincha se quedó sin nada en su estreno como local.
Dejó pasar una buena oportunidad de pisar fuerte en el Grupo A y desprenderse del resto de los equipos. Quedó con tres unidades, Botafogo lo igualó y ahora la U de Chile es el nuevo líder con seis puntos. Una noche negra para Estudiantes. Una dura derrota que lo deja mal perfilado de cara al Clásico Platense.