Cuando se pensaba que ya se había escrito todo en el pasado duelo entre Argentina y Nigeria, el capitán de las águilas verdes, John Obi Mikel, confesó que pocas horas antes del partido se esteró que su padre estaba secuestrado.
En el diario “The Guardian” comentó que mientras iba con el planten en el micro hacia el estadio de San Petersburgo se enteró de la noticia por un llamado telefónico. “Me dijeron que matarían instantáneamente a mi padre si informaba a las autoridades o se lo contaba a alguien” detalló.
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Tan solo le pudo contar a un grupo íntimo pero no pudo conversar el tema ni con el propio director técnico ni con sus compañeros para que no fuera distracción ante un partido clave para una posible clasificación a octavos de final.
“Tuve que suprimir el trauma. Estaba confundido. No sabía qué hacer pero al final supe que no podía dejar tirados a 180 millones de nigerianos. Tuve que apartarlo de mi cabeza e ir a representar primero a mi país” agregó el ex futbolista del Chelsea hoy en China.
La historia tiene por suerte un final feliz. El padre fue liberado el pasado lunes, bajo un rescate de 23.000 euros, aunque se encuentra en un hospital por las torturas recibidas.
