“Sí no me morí de corazón el sábado, no me muero más”, le confiesa Jorge Bilardo a INFOCIELO cuando se lo consulta por lo que significó para él ver la estatua de Carlos en el suelo Albirrojo. Es lógico, en La Plata, Estudiantes y Bilardo significan lo mismo y con el regreso a casa consumado las emociones están a flor de piel y los recuerdos y anécdotas fluyen naturales en la charla con este medio después de un fin de semana inolvidable.
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De hecho, ese latir tan intenso que atravesaron los pinchas durante este tres noches interminables (partido despedida del Estadio con 40 mil personas, la caminata y la vigilia posterior por casi 45 mil peregrinos, y las dos noches a estadio repleto) eran un cóctel demasiado fuerte para alguien que se encuentra en plena recuperación como Carlos Bilardo y sus 81 años.
“Pensamos en llevarlo al Country en la previa, pero había muchos periodistas, muchos hinchas y hay que cuidarlo de las emociones fuertes”, explica el hombre que porta exactamente la misma voz y los mismos particulares rasgos del habla del Narigón. Intenso y con anécdotas que parecieran abalanzarse sobre cualquier comentario, por momentos, parece que Jorge es Carlos.
