“Cae del cielo brillante balón, toda la gente y todo el mundo ve una revancha redonda en su pie. Todo el país con él corriendo va”. El calor no es solo del clima de época, viene del tono de Andrés Ciro– ese que todos creemos nos queda bien- y viene de la lírica misma. Ya pasó la intro más motivadora de la historia del mal llamado rock barrial. La mística de un Diego coqueteando con el retiro eriza nuestra piel, hace calor. Un 28 de septiembre tocan Los Piojos en Obras y presentan Tercer Arco. Somos inmortales y estamos listos para pelear contra todos con una 10 que se nos tatúa sola. Es el año 1996. La familia es más grande que antes.
Si hay un condimento que no puede faltar a la hora de repasar los ingredientes de la fórmula piojosa es su esencia barrial. El Palomar es la cuna, los barrios aledaños los herederos y con el correr del tiempo el país será testigo en un efecto expansivo de lo que el rock puede hacer en nuestras vidas cuando este toca las fibras más sensibles.
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Entre esas fibras sensibles está también el fútbol. El dos más dos inevitable del genoma argentino. Por eso la vuelta de una de las bandas más convocantes y relevantes de la última mitad de siglo no paso desapercibida en quienes antes dejaban todo por un nuevo ritual y hoy expresan su emoción manejando la cuenta oficial del club de sus amores con un par de tatuajes que reviven tras décadas de trenes y agite de rocanrol en plan de ascenso.
Lo que ocurrió con las publicaciones de la cuenta de Ferro – escenario de los shows de la banda en Ni un Paso Atrás 1997 con Hebe de Bonafini en el escenario o el del 2004 o el del 2014 – de Sacachispas, de Central Córdoba, Temperley o tantas otras habla de lo que Los Piojos generó con el fútbol.
No solo fue el vínculo con Maradona, no fue sólo eso que los transformó en la banda que eligieron los muchachos de la Selección con Zanetti a la cabeza también fue lo que pasó con quienes se sienten parte del lado Lobo Cordone de la vida. Esos que nunca pudieron pegar una casaca del Pupi son “los mocosos”, lo que siguen hoy colgados del tren como racimos. La banda que más cerca se terminó quedando del fútbol fue recibida por él con el mismo calor de antes.
Millones ya sentimos el calor con solo pensar en lo que serán esas noches en el Diego Maradona, donde volveremos a ser los de entonces los que no queremos las migas, ni queremos la hiel, ni queremos la mugre. Queremos que salga Ciro y que todo el año sea Carnaval.
