Por Jerónimo Guerrero Iraola. “Vengan zurdos”, son “militantes kirchneristas”, son “delincuentes con prontuario”, son “jubilados truchos”. Cuando estas expresiones circulan, lo que se intenta es justificar la masacre. Para masacrar a otro debo deshumanizarlo. Si es humano, el costo de mis acciones es alto. Si no lo es, la violencia entonces se dirige contra una entidad.
El problema, que debemos denunciar, es que el Estado no puede ni debe promover la eliminación simbólica de nadie, porque al hacerlo ya está ejerciendo una violencia intolerable.
La marcha de ayer nos indigna. No podemos expresarnos, no podemos reclamar, no podemos ser en libertad. ¿Cómo? Si este gobierno venía a levantar esa bandera. No. Este gobierno vino a hacer los deberes, a vender barata nuestra Patria y a disciplinarnos. Podés elegir. Sí. Entre morir de hambre, no recibir medicamentos, o que te maten a garrotazos en plena manifestación.
Eliminar al otro dejó de ser un jueguito estúpido de la polarización en redes sociales para hacerse política estatal. Milei, Bullrich, Adorni, Romo, Caputo(s), Petri, Francos entienden que, si sos kirchnerista, si sos peronista, si sos “zurdo empobrecedor”, tu vida vale menos, y si te matan, o te parten la cabeza y perdés masa encefálica, o si te empujan y te rompen la nuca contra el pavimento, te lo buscaste por tu elección.
La violencia política dejó huellas en nuestro país. Todavía hay algunos que intentan borrar la experiencia de la dictadura, sugiriendo que hay que dejar atrás el pasado. El pasado, mientras tanto, vuelve a nosotros en forma de verdad: el ajuste cruel necesita la violencia física, la represión, como brazo ejecutor. Si la ecuación social no cierra en los números, cerrará con palos y gases, con camiones y exterminio. Sí, exterminio.
La justificación de la ministra de Seguridad es que el fotógrafo gravemente herido es kirchnerista. Como en otros tiempos fueron los judíos, los gitanos, los afrodescendientes, las “brujas”, es el poder construyendo inhumanidad para justificar sus tropelías.
La democracia, en Argentina, está en riesgo. Las instituciones no son límite contra el poder. Son, en cambio, la caja de resonancia, la amplificación del poder. El monopolio de la fuerza se está volviendo contra el pueblo y no hay jueces, ni abogados, ni testigos… Los brujos ya no piensan en volver a nublarnos el camino. Volvieron. Lo están haciendo. En nuestro país, la eliminación del adversario ya no es hipótesis. Es realidad. Es hecho, es acto. Es la orden de disparar y la justificación posterior frente al micrófono. “Son K”, lo merecen. “Mueran zurdos”. “Los vamos a perseguir”. Lo están haciendo. La Constitución es papel picado. Las garantías ya no existen. La Patria se desangra entre el hambre, la crueldad, la miseria planificada y la violencia política.
Nunca Más es Nunca Más.