El Fondo Monetario Internacional dio a conocer este viernes el informe completo de la primera revisión técnica del acuerdo ampliado con la Argentina, y más allá del desembolso inmediato de USD 2.000 millones, lo más relevante fue la decisión del organismo de flexibilizar las metas y reordenar el cronograma de control, en lo que representa un gesto político clave en un año electoralmente complejo y con objetivos incumplidos.
Uno de los cambios centrales fue la modificación del sendero de acumulación de reservas internacionales netas, que venía siendo el talón de Aquiles del programa. El nuevo esquema traslada hasta junio de 2026 la meta de acumular alrededor de USD 5.500 millones, lo que otorga margen al equipo económico y descomprime la presión inmediata sobre el Banco Central.
Ese alivio también se expresa en la reprogramación de las revisiones: no habrá monitoreo en septiembre, como estaba previsto, sino que la próxima revisión será en febrero de 2026, basada en los datos de diciembre de 2025.
En un contexto donde la meta de reservas fue incumplida, el Fondo optó por priorizar otros logros del programa económico. “El nuevo programa respaldado por el Fondo ha tenido un inicio sólido. Políticas fiscales y monetarias adecuadamente restrictivas han respaldado la transición fluida hacia un régimen cambiario más flexible y la flexibilización de la mayoría de las restricciones cambiarias”, destaca el comunicado oficial.
El informe técnico también valoró la baja de la inflación, la estabilidad cambiaria y el retorno al crédito internacional. “La inflación y las expectativas de inflación muestran una trayectoria firmemente descendente, el tipo de cambio ha fluctuado alrededor del punto medio de una banda cada vez más amplia, y las brechas entre los tipos de cambio oficiales y paralelos se han eliminado en gran medida”, señaló el organismo.
En paralelo, el Fondo reconoció que “la recuperación de las reservas de capital está tardando más, en un contexto de aumento del déficit por cuenta corriente, dada la sólida demanda interna y la drástica flexibilización de las restricciones a las importaciones”, aunque ponderó que “la actividad económica se mantiene, en general, resiliente, lo que contribuye a una mayor reducción de la pobreza”.
Así, el organismo encabezado por Kristalina Georgieva envió una señal política de respaldo al oficialismo, relajando exigencias y dando más tiempo para que el Gobierno cumpla con los compromisos estructurales: mantener el orden fiscal, sostener el régimen cambiario flexible, avanzar en reformas y seguir acumulando reservas. Pero, al mismo tiempo, dejó en claro que los riesgos del programa siguen siendo elevados, y que el monitoreo será menos frecuente, pero no menos atento.