De estafa a tradición: el periodismo y su cambiante vi$ión sobre el café torrado
El café torrado pasó de ser 'una estafa' a ser defendido como 'una costumbre'. La presión económica de las empresas delata el costado más oscuro del periodismo
En menos de un año, "El Cronista", un medio reconocido que antes se hacía llamar "El Cronista Comercial", publicó dos artículos que ofrecen visiones diametralmente opuestas sobre el café torrado, una variante del café que es tradicionalmente consumida en el país, pero no fue el único en hacerlo dentro del periodismo local.
En los últimos días, al unísono, varios medios salieron a "tirarse encima de la granada" para defender esa basura llamada café torrado, que por décadas obligaron a beber a los argentinos.
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La pauta publicitaria, tan denostada cuando la paga el estado, también existe desde el "sector privado", solo que nadie se anima a contar ese "detrás de escena".
EL CAFÉ TORRADO "ES MALO"
En abril 2023, la publicación mencionada destacaba 'los peligros y desventajas' del café torrado (tostado con azúcar añadida), argumentando que se trata de una estrategia comercial para disfrazar la baja calidad de los granos.
Sin embargo, en septiembre de 2024 apenas un año y medio después, el mismo medio publicó un artículo en el que 'desmitifica todas las críticas al café torrado', afirmando que sus cualidades han sido injustamente despreciadas.
Este cambio abrupto de "línea editorial" no es una coincidencia y plantea serios interrogantes sobre la influencia que las empresas pueden ejercer en los medios mediante esa famosa "pauta publicitaria".
En el artículo del 2023, El Cronista (y varios medios más) advertía que el café torrado es un producto de una menor condición, que se utiliza en Argentina para disimular la baja calidad de los granos importados.
Se señalaba que esta variante, consumida mayoritariamente en el país, contenía hasta un 10% de azúcar añadido durante el proceso de tostado, una práctica que, según especialistas como Nicolás Artusi, estaba diseñada para enmascarar los defectos de los granos más baratos.
Este tipo de café, según el artículo, no solo era una estrategia de las empresas para abaratar costos, sino que también contribuía a la desinformación del consumidor, que muchas veces desconocía las diferencias entre un café de especialidad y uno torrado.
¿EL CAFÉ TORRADO ES BUENO? NO, SOLO SON $$$
Sin embargo, apenas un año después, también El Cronista y otros medios publicaron un nuevo artículo titulado "Café torrado: mitos y verdades de una tradición Argentina", que contradice por completo su postura anterior.
En esta nueva publicación, se asegura que muchas de las críticas al café torrado son "mitos" sin fundamento, y que esta práctica de añadir azúcar durante el tostado es una tradición arraigada en países como España, de donde Argentina heredó la "tradición".
El artículo sostiene que el café torrado no utiliza granos de mala calidad, afirmando que, bajo la normativa del Código Alimentario Argentino, todos los granos deben cumplir con estándares internacionales.
Además, intenta minimizar la preocupación por el azúcar en el café torrado, señalando que la cantidad residual de azúcar tras el proceso de tostado es insignificante.
EL PERIODISMO 'ENDULZADO': 'TOSTADO CON AZÚCAR'
Este cambio radical de postura deja de manifiesto cómo un medio puede modificar su narrativa cuando el interés económico de las empresas está en juego.
La coincidencia temporal entre este artículo y la aparición de publicaciones similares en otros medios sugiere una clara operación de prensa, diseñada para defender el mercado del café torrado en Argentina ante el crecimiento del café de especialidad, una variante de alta calidad que comenzó a ganar terreno en el país.
Lo que antes era visto como un producto de menor calidad que disfrazaba granos de descarte, ahora es defendido como una "tradición legítima y saludable".
Este caso evidencia la "fragilidad de la objetividad periodística" frente a la influencia económica.
Si bien los medios suelen presentar sus artículos como basados en hechos y respaldados por expertos, cuando el dinero de la publicidad corporativa está de por medio, las verdades pueden ser distorsionadas y las críticas, silenciadas.
Es decir que la información se mercantiliza; el lector debe ser consciente de la posibilidad de manipulación y estar siempre alerta a los cambios de discurso que pueden responder más a intereses empresariales que a la honestidad periodística.
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