Conocé la respuesta de la ascensorista Marta, expuesta por un escrache libertario insensible
Un cruel escrache libertario intentó menospreciar la labor de Marta, ascensorista de una facultad. Pero su historia de esfuerzo y afecto conmovió a la comunidad
Marta es una de esas figuras silenciosas que, a pesar de su discreto rol, se convirtió en un pilar fundamental de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires. Desde hace más de dos décadas, su presencia ha sido una constante para los miles de estudiantes que pasan por los pasillos de esa facultad, y ahora sin buscarlo, inesperadamente, ganó notoriedad tras un escrache orquestado por el medio 'La Derecha Diario', alineado con los ideales del libertario Javier Milei. La respuesta de Marta no tiene desperdicio.
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Este medio, conocido por su militancia y su cruzada en la llamada “batalla cultural”, para que postulados libertarios "prendan" en la sociedad, publicó una imagen que, a simple vista, podría parecer inofensiva: Marta, sentada en su puesto habitual, controlando la botonera del ascensor de la FADU.
La intención del medio era clara: utilizar la imagen de Marta para ilustrar lo que consideran un derroche del presupuesto universitario, señalando que su trabajo es innecesario y un ejemplo de los gastos excesivos que, según ellos, deben ser recortados.
Lo que no imaginaron es la réplica que generaría tanto en la comunidad universitaria como en la propia Marta, quien, lejos de dejarse intimidar, decidió hacer público su descargo en redes sociales, donde la solidaridad no tardó en llegar.
LA PRECISA RESPUESTA
Aquí, algunos fragmentos de su conmovedor mensaje:
"Hola chicos, ¡Cómo están? Soy Marta del ascensor. Hace más de 20 años que soy parte de esta hermosa facultad, me la pasé más de 15 años limpiando los lugares que ustedes usan para estudiar y ser futuros profesionales... Empujando carros y tachos de limpieza de aquí para allá, pero hace un tiempito que la espalda no me dio para más y empezaron los dolores..."
Marta describe cómo, después de tantos años de servicio, el dolor físico la obligó a dejar su trabajo como limpiadora para asumir la tarea de ascensorista, un trabajo que, aunque pueda parecer menor o anticuado, le permite seguir trabajando sin ser una "carga" para su familia.
Sus palabras, cargadas de emoción y gratitud hacia la comunidad de la FADU, contrastan con la fría crítica insensible de quienes cuestionan su rol.
Este episodio desató una ola de indignación en la universidad y más allá, en particular porque Marta, en sus años de trabajo, se ganó el cariño de estudiantes y docentes por su actitud siempre positiva y servicial. Como ella misma relata en su carta:
"Estoy cerca de jubilarme y voy a extrañarlos porque disfruto mucho estar en la FADU. Hago chistes todo el tiempo como: '¡Agárrense que salimos!', '¡Muy buen día chicos, qué lindo sol hoy, no!' o 'Cuidado con esas maquetas, que no se rompan, deben llegar al aula!' Disfruto mucho estar con ustedes."
Para muchos estudiantes, parece ser que Marta es más que la ascensorista. Es una presencia cálida, una referencia de la humanidad que todavía reside en los espacios académicos.
UN ESCRACHE DESPROPORCIONADO
El ataque contra Marta fue parte de una narrativa más amplia promovida por La Derecha Diario y otros medios afines al gobierno de Javier Milei, que insisten en la necesidad de reducir los gastos del Estado, enfocándose especialmente en la educación pública y las universidades, y sin medir a quien dejen en el camino.
Sin embargo, la publicación, lejos de lograr su objetivo, provocó una ola de apoyo hacia Marta y una reflexión sobre la importancia de los trabajadores no docentes en la vida cotidiana de las instituciones educativas.
"No estoy enojada con quien me sacó la foto, me encantaría darle un abrazo y que me conozca. Quiero transmitirles a ustedes que seguiré dando lo mejor de mí en estos últimos años de mi trabajo, y espero que esto no se repita más con ningún trabajador ni trabajadora no docente, ya que somos importantes para que la UBA funcione", concluye Marta en su carta.
LA DIGNIDAD DESDE EL ASCENSOR
El caso de Marta expone nuevamente (como si hicieran faltas más pruebas) la desconexión de estes sector ideológico con la realidad cotidiana de los espacios educativos y el valor humano que reside en trabajos como el suyo, que, aunque a primera vista puedan parecer anacrónicos, son fundamentales para la comunidad que integran.
Su respuesta a la crítica, además dejó en claro su integridad, y permitió observar la dignidad del trabajo y el respeto de quienes dedican su vida a servir a los demás, aunque su rol no sea el más visible o reconocido.
Hoy, Marta sigue en su puesto, recibiendo a los estudiantes con su habitual sonrisa y sus chistes, demostrando que su lugar en la FADU no es solo detrás de la botonera de un ascensor, sino en el corazón de una comunidad que la valora y respeta profundamente.
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