La familia viajera que recorre América en un Renault 18 y que se enamoró de La Plata
Juli, Guille, Lauti y Valen son una familia viajera de Córdoba que recorre América. En una parada casual, conocieron La Plata y se enamoraron. Acá su historia.
Juli, Guille, Lauti y Valen son una familia viajera. A bordo de un Renault 18 Break modelo 1993, que no por nada bautizaron "Mañoso", recorren la Argentina y América, como tantos nómades que se lanzan a las rutas en búsqueda de historias y experiencias. Desde hace dos semanas, este grupo de viajeros recaló en La Plata y quedó prendado de la ciudad.
La llegada a la capital bonaerense fue casi de casualidad. Había que renovar los frenos y el GPS los hizo pasear por tilos y diagonales. "Nos enamoramos de la Ciudad, verdaderamente nos gustó mucho", cuentan. "Nos sentimos acogidos por la gente y eso para nosotros vale un montón", agregan.
Aunque están parando en una casa, invitados por una familia de la ciudad, los viajeros montaron su "oficina", tal cual la llaman, en el Parque Castelli. Allí pasan el día, se contactan con otros viajeros y venden su libro -Kilómetros por dentro- en el que cuentan sus experiencias y con el que sustentan algunos gastos del viaje.
"Hemos parado varios días ahí, en el playoncito. Mucha gente nos escribe y por ahí no han podido venir a las charlas, pero quieren tener el libro, así que combinamos en Parque Castelli", bromean, desde los estudios de LA CIELO.
El viaje como camino de transformación
El libro -librazo- contiene fotos y relatos sobre un viaje que se materializó en 2011 y duró tres años. "Eran otras épocas, no había redes sociales. Nosotros decimos que era un viaje de ventanilla abierta, en contacto con la gente. Pero ahora hay GPS y otras herramientas que antes no teníamos", relatan al respecto. El libro, hay que contar, se llama Kilómetros por dentro porque relata "el viaje como camino de transformación".
¿En qué consiste esa transformación? Guille y Juli la ven como un cambio muy profundo. "Creo que sentó las bases de la familia que que hoy somos. Cuando ya estábamos establecidos en Córdoba, después de ese viaje, dijimos: esto se lo tenemos que mostrar a nuestros hijos tenemos que que lograr eso que habíamos logrado entre nosotros lograrlo como familia".
Así empezó la segunda etapa, o fase dos, a la que se suman Lauti y Vale, con quien ya llegaron a distintos puntos de América, entre ellos la emblemática ciudadela de Machu Picchu, en Perú, pero también Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay y Colombia. Lauti y Vale están en edad escolar y sin dudar dicen que les gusta vivir de viaje. ¿Qué es lo que más les gusta? "Pescar", responden, a coro.
Pero no todo es diversión: la familia viajera se asegura de que los chicos estudien. Para eso los someten a educación a distancia. "Nos dan la currícula del año y nosotros somos sus profesores. Les vamos enseñando y prestamos atencion a lo que les gusta. La Educación es como más práctica: el otro día fuimos al Museo, por ejemplo, ellos ahí aprenden naturales. El mundo que nosotros les vamos mostrando es lo que realmente ellos absorben", explican los papás-.
La vida vuela y el Mañoso se la banca
Los tripulantes del Mañoso tienen una cuenta en Instagram donde muestran su viaje. El título es "Porque la vida vuela", tan explícito que exime de mayores precisiones. El Renault 18 también tiene su historia: fue transporte de materiales cuando la familia construyó su casa y los llevó a la otra punta del continente, en Alaska.
"Llevó cemento, arena, vigueta y bueno, nos está respondiendom entonces sentimos que era por ahí". Hoy es vehículo, cocina y dormitorio. En el techo transporta la habitación de los chicos y tiene varios niveles.
La familia tiene más planes para el futuro. Juli, Guille, Lauti y Valen miran con cariño los mapas de África. ¿El Mañoso viaja? "Embarcar el auto hacia África lleva un montón de logística, no estamos preparando para eso".
¿Una vida para cualquiera?
La familia Marianacci - Conci financia parte de su viaje con el alquiler de su casa en Córdoba y con la venta de sus libros, pero también hacen sahumerios artesanales y serigrafía, con un taller montado, claro, dentro del auto.
Se trata de un modo de vida que tiene sus desafíos y sin sabores, pero que, al final del día, al menos para ellos, vale la pena. "Subirse al auto y salir a recorrer es muy sacrificado, creo que es una decisión muy muy personal, maternar es muy personal; a nosotros nos cambió la manera de ver el mundo, la crianza de ellos nos gusta vivirla de este modo", explican.
"Yo lo puedo recomendar, pero quizás alguien lo empieza y dice 'no esto no es para mí' o alguien está súper feliz y si me ve me abraza, pero quizás otra me dice 'qué me hiciste hacer '. Nosotros lo lo elegimos y lo seguimos eligiendo porque sentimos que que bueno como que es el modo de mostrarles a ellos que otra forma de vida es posible", reflexionan para el final.
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