

La tumba tebana fue descubierta en el siglo XVIII. Sólo había tenido descubrimientos parciales . De allí la importancia de la campaña de la UNLP y el Conicet.
La semana pasada, un grupo de investigadores del Conicet y de la UNLP lograron encontrar una entrada originaria de la tumba de Amenmose en Egipto. Esta tercera campaña comenzó en febrero y el contingente que fue hasta el país africano está compuesto por historiadores, arquitectos, antropólogos y muchos más profesionales graduados en La Plata.
El proyecto Amenmose nuclea a investigadoras e investigadoras del CONICET y universidades nacionales y extranjeras, entre arqueólogas, historiadores y conservadores, que se propusieron estudiar la tumba de Amenmose, en Luxor, Egipto. Un noble egipcio que vivió entre el 1400 y el 1450 antes de Cristo.
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Y en la semana pasada lograron uno de sus objetivos, dando por culminado su trabajo. Ésto fue lo que publicaron los investigadores: “Finalizó la tercera campaña del Proyecto Amenmose.Conseguimos el objetivo de encontrar la entrada original a la tumba de Amenmose, y no tenemos más que palabras de gratitud”.
Asimismo agradecieron a “Al Rais Ali Fahrouk y Omar Fahrouk, al Inspector Mahmoud Soliman, a los trabajadores, y a todas las personas que con su generosidad y apoyo hicieron posible este mes de excavación en Egipto”.
Con la esperanza de desentrañar los misterios que habían quedado ocultos en esa tumba tebana 318 (Theban Tomb 318, o TT318), lograron una autorización del Ministerio de Antigüedades de Egipto y los permisos necesarios para iniciar una campaña que llevaron a cabo el verano austral pasado.
El proyecto, que contó con financiación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata, y de particulares, en gran parte, a través de la Asociación Civil Amenmose Egipto, una asociación sin fines de lucro, inscripta en la Dirección Provincial de Personas Jurídicas -Buenos Aires, Argentina-, se materializó en la campaña 2020 en la que durante 5 semanas trabajaron arduamente en la necrópolis, en Tebas Occidental, en el valle de los Nobles – Sheikh Abd el-Qurna.
Según indicaron del Conicet, la tumba tebana 318 fue descubierta en el siglo XVIII, y desde entonces, solo había tenido descubrimientos parciales sobre su contenido. De allí la importancia de la campaña que emprendieron para contribuir a al estudio de este monumento.
“Muchas tumbas de esa época están decoradas, y en ellas hay escenas de banquetes, agricultura, caza, relacionadas al difunto. El objetivo fue poder ponerlas en valor y registrarlas sistemáticamente”, cuenta Eva Calomino, becaria posdoctoral del CONICET en el IMHICIHU.
El primer obstáculo que habían encontrado antes de emprender la campaña fue que la entrada a la tumba está sedimentada: tapada por construcciones posteriores, de la población más moderna, y por las sucesivas tormentas de arena que se dan en la zona.
Sabían que cada tumba de valle contaba con un patio antes de la entrada, ya que tiene mucho que ver con los ritos que se llevaban a cabo en memoria del difunto. “Para los rituales de culto a la memoria, y festividades de los nobles, el patio era muy importante, porque separa material y simbólicamente el mundo de los muertos y de los vivos”, cuenta Manzi.
El acceso al monumento finalmente fue por un boquete de 57 centímetros de diámetro que posiblemente fue hecho por saqueadores de tumbas, que conecta la tumba de Amenmose con la tumba aledaña, la TT129. Con esa entrada, difícil para la claustrofobia, lograron ingresar a la tumba para poder finalmente relevar cada detalle y estado de las escenas sobre las paredes y registrar los elementos que se hallaron.
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