La ecuación es sencilla. Si se pudo implementar el VAR, que cuesta muchísimo dinero, y altera la percepción del juego a quien mira el partido en un estadio sin pantallas de televisión, ¿cómo no va a poder cambiarse una norma absurda, arcaica e injusta como es que el criterio del árbitro determine a “ojímetro” cuántos minutos de tiempo extra deben disputarse una vez cumplidos los 90?
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Con la llegada del VAR a una liga como la argentina, los tiempos agregados ya están alcanzando los 10 minutos y más, porque se demora demasiado cada toma de decisión alcanzada por esa tecnología.
Si a esta novedosa situación se le suma la existencia de 5 cambios en lugar de los 2 que se permitían antes de la pandemia, y la histórica demora de los futbolistas del equipo que especula con el paso de los minutos para retrasar el reinicio de las acciones con cada interrupción (algo que es infinitamente menor en otras ligas), el resultado termina siendo que el tiempo real de juego se acorta cada vez más, y los planteos especulativos ganan terreno por sobre el espíritu deportivo de competencia.
La idea es fácil de implementar. Además libera al árbitro de campo de juego de la odiosa situación de tener que calcular los tiempos muertos que existieron durante cada período, y también equipara los criterios entre los distintos jueces que suelen tener decisiones absolutamente divergentes para estas circunstancias.
Una persona para menejar un cronómetro que se para como en el básquet y en otra decena de deportes, es todo lo que se necesita.
Ponerse de acuerdo si son 20, 23, 25 o 30 minutos netos por período y “vualá”, solución al “teatro” de algunos jugadores, a los laterales que demoran 45 segundos en ejecutarse, a los cambios especulativos de último minuto, y a otras tantas prácticas antideportivas de la cual el fútbol argentino conoce más que ninguna otra liga.
INFANTINO YA LO SUGIRIÓ CON INDECISIÓN
En enero de este año el propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino lo esbozó como idea junto a otra que tuvo mucha mas difusión como fue la de un mundial cada dos años. Por eso lo del tiempo neto de juego pasó desapercibido.
En aquella oportunidad el titular del máximo organismo internacional que rige al fútbol, opinó tímidamente: «Yo soy tradicional, porque el fútbol es un deporte tradicional, pero soy moderno en no tener tabúes. Uno de los mayores problemas de nuestro fútbol es que cuando hay un pequeño fallo, el jugador se queda en el suelo y no se mueve», dijo.
«Se puede pensar un poco más en el tiempo real, no es posible que en 90 minutos los partidos duren 47. Entonces no sé si el cronómetro es la solución o no, yo estaba en contra del Var al principio, pero vimos que puede ayudar al árbitro. Lo que puede ayudar al fútbol es bienvenido, y también lo es la regla de los fuera de juego, que da ventaja a los atacantes. Este es también uno de los puntos que estamos estudiando», añadió.
Por las características del fútbol argentino sería apropiado que se le sugiera a Infantino que ésta sea la liga que se utilice como “banco de pruebas” para practicar la nueva modalidad que traerá justicia, transparencia y equidad de criterios, además de tener una fácil y económica manera de implementación.
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