Volvió al pueblo de su infancia y reabrió una vieja pulpería
Cuando Mercedes Resch llegó a Cura Malal era muy chica y todavía no sabía que ese pequeño pueblo de calles de tierra y ripio, ubicado en el centro sur de la provincia de Buenos Aires, se convertiría en su lugar en el mundo, donde volvería varios años después para hacer renacer un antiguo almacén que, cuando ella era chica, funcionaba como centro económico, comercial y social.
"En general acá los boliches toman como nombre el apellido del dueño, y este era 'el boliche de Leonard'", cuenta Resch a INFOCIELO sobre uno de los sitios más representativos del lugar donde creció y donde transcurren todos los recuerdos que se le vienen a la mente sobre su infancia: Cura Malal.
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"El pueblo siempre fue pequeño, entonces todos los niños que vivíamos ahí, éramos amigos y no era que el terreno de cada casa terminaba en el alambrado; todo era un gran patio. Uno salía a jugar y volvía a la casa cuando tenía hambre, no habían límites ni miedos", rememora Mercedes sobre los tiempos en los que disfrutaba corriendo de un lado a otro por las calles polvorientas del pueblo o trepándose de los árboles inmersa en un mundo de libertad y aventura.
Al igual que casi todos sus 9 hermanos ella nació en un campo ubicado a pocos kilómetros de Cura Malal, donde su padre trabajaba en una plantación de lavanda. Allí vivieron hasta que, un día, al hombre le avisaron que la plantación se trasladaría al norte del país, y él tomó la decisión de no emigrar, aunque sí de mudarse hasta “Corral de Piedra” (traducción del término araucano "Cura Malal), donde construyó una vivienda para vivir con su familia.
Una vez asentados allí, Mercedes terminó la primaria en la escuela del pueblo pero, al no haber nivel secundario, no le quedó otra alternativa que asistir como pupila a un colegio religioso en Coronel Suárez, a 23 kilómetros de distancia y, al terminar la secundaria, quiso continuar su formación.
"Mi ilusión desde chica siempre había sido estudiar Arte, pero no me animaba a irme a Buenos Aires, así que me fui a Pigüé, que es la otra ciudad que está junto a Cura Malal, pero en dirección opuesta a Coronel Suárez, y ahí hice un profesorado de Primaria, que era la única carrera que había en el lugar", comenta la artista bonaerense que, luego de esa experiencia, tomó valor y viajó a Capital Federal para estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, donde finalmente se recibió.
Con el título en mano, sentía una obligación interna de volver a sus raíces y, después de haber vivido durante 10 años en Buenos Aires, pegó la vuelta, aunque advirtió que el paso del tiempo había modificado al pueblo y a su gente: "Noté que quienes eran adultos cuando yo era chica, como mi mamá, el almacenero o el bolichero ya estaban grandes y sentía que llegaba para despedir a esa gente que se empezaba a ir porque en Cura Malal no hay hospitales ni cementerio, entonces la gente se acercaba a determinada a Coronel Suárez ".
Para Mercedes, volver y hablar con los vecinos más antiguos del lugar, donde hoy viven no más de 100 personas, fue como recibir una puñalada porque "sentía, por ejemplo, a través de la voz de mi mamá, que el pueblo estaba atardeciendo. Eso me daba mucha tristeza porque ellos sí vivieron el momento de mayor auge de Cura Malal, y cuando yo llegué todo se había achicado", expresa Resch y confiesa: "Sentía la obligación de tratar de recuperar algo del espacio por todo el esfuerzo que había hecho mi familia para que yo pudiera seguir estudiando
Con ese objetivo en mente, en 2003 se puso en campaña y, con los pocos ahorros que contaba, logró comprar lo que había sido "El boliche de Leonard", un edificio con paredes de ladrillo asentado en barro, de la década de 1920, que hasta 1985 había funcionado como almacén y pulpería.
Como hacia principios del 2000 se estaba produciendo un éxodo del pueblo a la ciudad, las propiedades tenían un costo muy bajo y eso le permitió adquirir una parte del boliche, que había sido dividido en dos bloques distintos. Tiempo después, el dueño del otro bloque aceptó vender también su parte porque el lugar se encontraba muy deteriorado y la inversión que debía hacer para arreglarlo era muy elevada.
"Si bien estaba en el centro del pueblo, era una tapera el lugar. El piso era de pinotea, pero estaban todas las estructuras vencidas, así que saqué ese piso, hice una especie de alisado, y la madera la empecé a transformar en los muebles que se colocaron en el lugar, como mesas o estanterías", detalla la artista plástica que, tras tirar abajo la pared que separaba los dos bloques del edificio, recuperó el boliche con el mismo espacio que tenía antiguamente.
Al lugar lo bautizó "La Tranca" y hoy en día funciona como pulpería, pero también como centro cultural y como peña. "La puerta de entrada de este boliche a donde yo venía a hacer las compras de chica, se cerraba con un fierro grueso, una tranca", explica Mercedes sobre el porqué del nombre que eligió para el lugar y cuenta que también tiene otro sentido vinculado con una historia local de borrachera que terminó con el fallecimiento de un hombre tras una "noche de tranca".
Los viernes a la noche, La Tranca se abre como pulpería, aunque también se realizan muchas otras actividades gratuitas como por ejemplo un taller de cocina para niños y niñas, o residencias de artistas. Además, el espacio donde se ubica la pulpería cuenta con su propia agrupación de danza folklórica, integrada por vecinos del pueblo, pero también por personas de Coronel Suárez y otras localidades aledañas como Arroyo Corto, Saavedra, Guaminí y Huanguelén.
Mercedes Resch no es solo la dueña de la pulpería, también es profesora de plástica tanto en colegios secundarios del distrito de Coronel Suárez, y es la maestra de la escuela primaria de Cura Malal, por lo que su vínculo con la comunidad es permanente. "Va todo de la mano porque, al ser la docente de acá, los nenes pasan por la puerta de mi casa, vienen a trabajar al taller, entonces hay una relación muy fluída", comenta Resch, que se ilusiona con los cambios que tiene pensados llevar a cabo para que el lugar siga creciendo: "Hay una habitación que se va a transformar en mini editorial para editar pequeños proyectos; también lo que hoy es el hospedaje se va a convertir en archivo y biblioteca".
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