Una de las pocas ventajas de peinar canas, o ya no peinar nada, y haber “doblado el codo” de los 50 años en Argentina, podría ser la de estar inmunizado contra el nuevo azote mundial de la llamada viruela del mono o viruela símica, aparecida raudamente en las últimas semanas a la atención global, y desde este domingo con un caso detectado en la provincia de Buenos Aires, y primero en el país.
Aunque ninguna autoridad local todavía haya salido a confirmarlo tajantemente, la conclusión puede obtenerse de cruzar datos científicos de diferentes organismos con estadísticas y hechos históricos.
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Según un trabajo publicado por la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires que lleva la firma de las especialistas María Silvia Di Liscia de la Universidad Nacional de La Pampa-CONICET, coautora del trabajo junto a Lucía Lionetti de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires-CONICET:
La enfermedad de la viruela se considera erradicada formalmente en nuestro país en 1978, cuando se suspendió la vacunación antivariólica.
Como esa vacunación se realizaba a los alumnos en edad escolar se puede inferir que los últimos en recibirla para ese año 1978 habían nacido como máximo 6 años antes, es decir en 1972 aproximadamente. Por lo tanto al día de hoy rondarían el medio siglo de vida.
LA EFICACIA DE AQUELLA VACUNA
De acuerdo a la información suministrada por la Organización Mundial de la Salud, la vacuna antivariólica es eficaz también para esra variante denominada “del mono” que hasta hace algunas semanas parecía circunscribirse sólo al continente africano, desde su primer caso que casualmente también se reportó hace 50 años.
En palabras exactas, la OMS explica: “Si bien no hay tratamiento ni vacuna para esta enfermedad, la vacunación antivariólica previa ha resultado también muy eficaz para prevenir la viruela símica”.
Con lo cual, cruzando ambas informaciones, y previendo que la inoculación contra la viruela duraba por toda la vida con esas dosis infantiles, se puede concluir que los argentinos de esa generación que aún conserven la antigua libreta sanitaria (algo muy habitual en la generación de las madres de mujeres y hombres que hoy rondan esa edad), podrán confirmar si se les aplicó en aquella década, y al menos esperanzarse en que este virus no los afectaría por ser “sobrevivientes de batallas añejas”.
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