Lucila Manso es titiritera y marionetista y descubrió este mundo en su infancia. Actualmente la bonaerense busca hacerse del momento para trabajar en un proyecto inspirado en su propia historia de transición. Conocela.
A meses del segundo Encuentro Nacional de Títeres Pepe García, que tiene lugar en Mar del Plata, Lucila recordó, en diálogo Infocielo, sus inicios en este oficio: “Mi madre y mi padres siempre nos construyeron los juguetes, mi mamá hace costura entonces nos hacía los peluches, toda clase de muñecos, entonces hubo siempre una relación con el objeto muñeco desde la infancia”.
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La titiritera que forma parte de la Compañía Anima junto a Sol Lavítola desde 2011, señaló que tuvo la oportunidad de ver espectáculos de títeres en la infancia: “Después cuando fui creciendo, a partir de los 17 años, necesitaba hacer cosas con las manos, hacer manualidades, sentía que iba por ahí y empecé a trabajar con diferentes materiales de manera autodidacta”, agregó.
Lucila empezó a construirlo que se le ocurría y ya un poquito más grande, alrededor de los 20 años, descubrió el mundo de los títeres de manera más profesional: “Cuando encontré este mundo de los títeres me fascinó tanto que nunca lo dejé de hacer”, sostuvo.
Junto a la Compañía Ánima brindan talleres de marionetas, de construcción de títeres, de cabeza mecanizada de manera virtual y presencial. Además, participaron de festivales en Francia, Suiza, Alemania, España, Italia, Brasil, entre muchos otros países. Actualmente, están presentando Sueños de Arrabal, un espectáculo para todo público que transcurre dentro de la atmósfera tanguera de primera mitad del siglo xx.
Trascender en plenitud
El encierro por el COVID 19, para la artista, como para muchas otras personas, significó un click en la vida. En su caso, uno que necesitaba: “La pandemia fue un momento donde estuvo bien poder frenar un poco y meterse para adentro y realmente empezar sentir y evaluar. Aproveché ese momento para reconocerme, repensarme y descubrirme. Animarme a poder sentir lo que yo siempre sentí que tenia que ver con mi genero”, explicó.
Lucila ya lo venía pensando hace mucho tiempo y a través de un texto decidió contar sus experiencias: “Me hizo ver que yo necesitaba un cambio y que era momento de hacerlo, junté todas mis fuerzas y pude salir adelante con mi identidad. Lo mas lindo de todo es que volví a sonreír, volví a ser feliz, volví a sentirme en plenitud”, contó.
“Fue trascender en esta misma realidad y me resultó muy fácil, pensé que iba a ser más complejo por mis miedos y fantasmas, pero fue mas fácil de lo que yo pensaba, desde lo familiar hasta lo social, y en mi trabajo”, sostuvo acerca de este cambio rotundo. Y agregó: “Siempre agradezco que el mundo está cambiando y que todo es más aceptable y que yo puedo caminar por la calle libremente. En mi trabajo no hubo muchas modificaciones, talvez incluso hubo gente que me conoció mas desde ese momento”.
El nuevo proyecto acerca de su historia de vida
Luego de su transición Lucila cuenta que en algún punto se vio forzada a tener que hacer algo con su historia, desde su identidad, ya que no le parecía necesaria: “Ya una presencia de una mujer trans arriba de un escenario, cuente o no algo que tenga que ver con la identidad de género, ya es un montón. La visibilización de una persona trans arriba de un escenario o haciendo un espectáculo en un establecimiento educativo, en donde hay niñes ya es un montón, entonces no quise meterme en la producción de un espectáculo que tenga que ver con el género”, explicó.
Sin embargo, luego sintió ganas de contar algo: A Lucila se le ocurrió escribir una historia muy cortita para una técnica llamada lambe-lambe, “que es un teatro en miniatura, que sucede todo dentro de una cajita, donde la gente espía por un agujerito, se pone unos auriculares y es un espectáculo de pocos minutos donde se cuenta una historia muy breve”, describió.
La historia es acerca de lo que la artista cree que hubiese sido su historia ideal: “Empezar mi transición a muy temprana edad y no a mis 42 años”, señaló. “Cuento la historia de un nene que supuestamente soy yo, que amanece un día triste y no sabe por qué, entonces decide salir a la calle en su bicicleta a buscar algo que lo haga más feliz y da una vuelta manzana. En esa vuelta se va encontrando con diferentes personajes y el niño resuelve su identidad de género solamente dando una vuelta manzana. Cuando regresa ya descubre que quiere llamarse Lucila”.
A este niño que creció y se convirtió en titiritera se la suele ver en plazas, eventos y escenarios contando su historia. Se pueden tomar talleres con ella de manera presencial y tomar su ejemplo para vivir con plenitud.
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