Los invisibles están afuera, a la intemperie, expuestos, en riesgo, unos trabajando ¿todos los invisibles tienen trabajo?.
Los invisibles vuelven todos los días a su casa, con la sensación de exponer a los suyos, de ponerlos en contacto con “la peste”; son sus parejas, sus hijos, padres, madres, a los otros invisibles que los acompañan, los apoyan, los contienen, los invisibles que permanecen en una frágil burbuja que se rompe cada vez que el afuera entra, irrumpe cuando él/ella regresa de la tierra contaminada con la sensación de tener “el bicho” encima.
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Esto arrancó el 19 de marzo, o antes. Para la mayoría de nosotros pasó mucho tiempo, demasiado. Veo el movimiento afuera, todos laburantes, mucho movimiento, no se si demasiado. Muchos, ¡sí, son muchos! Los de las actividades “exceptuadas”, consideradas “esenciales” por un decreto, consideradas esenciales también para vos, y para mi.
Muchos son los invisibles que garantizan que puedas preparar el asado, tener a mano el alcohol en gel, muchos los que laburan para que la ciudad permanezca relativamente limpia, que puedas preparar la ensalada mixta, el flan casero y el limón pie, aseguran que te quedes lo más tranquilo posible sabiendo que el ascensor está desinfectado con lavandina y que los picaportes chorrean alcohol.
Salud y seguridad…es obvio. Pero…¿y los otros invisibles? Ahí lo veo laburando al verdulero, se levanta a las 3 de la madrugada para ir al mercado, saludo a la cajera del súper, y está el farmacéutico y el empleado de la farmacia. El portero del edificio, el barrendero (que levanta las hojas del otoño que se acerca) y el playero de la estación de servicio. En los hospitales y clínicas están ahí, firmes todos los días, los trabajadores de limpieza, los administrativos y el de la seguridad privada. También se sigue laburando en las cárceles ¿sabías? los de seguridad en el penal y el personal de salud, los de la cocina, el médico y la doctora, el enfermero/a, el dentista y el/la psicólogo/a. Son muchos, laburando todos los días, en riesgo y con miedo, tienen el mismo miedo que vos, o más, no sé.
Los empleados de la industria alimenticia y la farmacéutica están laburando. Y no nos olvidemos de los laburantes de las empresas de servicios, que salen todos los días a trabajar para que tengas luz, gas, agua, para que no se corte internet. Ahhh y está el carnicero, la pollería (o la pollajeria en La Plata), el veterinario que atiene a tu perrito, te vende el alimento para el gato y los jueguetes para que se entretenga en el aislamiento. Muchos están trabajando, muchos. Los colectiveros, los taxistas, el rapi, el glovo y también los laburantes de pedidos ya. Y tantos otros, muchos. También el periodista en la tele, en la radio, el movilero, el técnico, el camarógrafo, el productor. Seguro me olvido de algún invisible, son muchos, perdón, es que a veces no los vemos.
Ahí están laburando los que dependen del sueldo, los que no tienen (ni van a tener) depositado el salario a principio de mes si no salen hoy a trabajar, no tienen asegurado el ingreso mientras dure el aislamiento, no pueden ni deben quedarse en casa, aunque quisieran, también tiene miedo, como vos, cómo yo, no sé.
Hay movimiento en la calle, sí. Los invisibles salen hoy a trabajar, como ayer, como anteayer. Muchos van caminando, algunos en auto, colectivo, tren, bicicleta o moto. Unos porque están exceptuados, algo de “suerte” hay para ellos, salen a laburar, están en riesgo pero con el sueldo asegurado, ni un peso más, el mismo sueldo de cuando no vivíamos en peligro, cuando salir a trabajar era cotidiano, parte de la normalidad que perdimos, ¿eso es suerte? O será destino. No sé.
¿Y los otros? Son todavía más invisibles. ¿Se puede ser más invisible? Parece que sí. Son los que si no salen no cobran, si no cobran no pagan el alquiler, la luz, el gas; si no laburan no comen. Algo de suerte tienen, ¿”suerte”? Suerte o destino. Pueden salir a laburar.
¿Hay más invisibles? Y si, muchos, los que ni eso tienen, los que no tienen nada, nada de nada. ¿Aislamiento? ¿Cómo? ¿Dónde? Siempre hay alguien más invisible, esos que son tan invisibles que nadie ve.
Mientras puedas, quédate en casa, como corresponde claro, tenes la “suerte” o el destino de pertenecer al grupo de los que pueden, de los NO EXCEPTUADOS. Algo de sana envidia hay, sabelo. Porque podes mantenerte a salvo, y mantener a salvo a los tuyos, estas un poquito más lejos de la amenaza de contagio, tenes menos chances de convertirte en portador de “la peste” y contaminar a tu amado entorno.
Eso si, por favor, cuando veas movimiento en la calle, pensá un minuto, ahí están los invisibles, todos ellos, los que salen a laburar. Mirá al invisible a los ojos, no puede quedarse en casa, porque lo necesita y porque los necesitamos. Trata de entender, ponete en su lugar, a eso le llaman empatía. Porque ¿sabé qué?, hoy nadie (o pocos) salen a laburar por vocación, no hay “amor a la profesión”. Los EXCEPTUADOS también tenemos miedo. La angustia, el nudo en el estómago aparece todos los días putos cuando cerramos la puerta, cuando salimos a laburar y abandonamos la “zona de confort”, la misma angustia que sentimos cuando volvemos, con la otra rutina, la de la peste; dejamos las zapatillas y la cartera afuera, nos sacamos la ropa, nos lavamos las manos, la cara, el teléfono, nos ponemos alcohol en gel y no se cuantas malditas cosas más hacemos, ya no sabemos que mierda más hacer para no entrar el “bicho”, no traer “la peste” a nuestra preciada burbuja.
No, no hay vocación, no hay “amor a la profesión”. Mentira. Y, aunque dibujemos una sonrisa y buen humor, también deseamos que esto termine ya. Como vos. Todos quisiéramos encerrarnos en nuestra burbuja y permanecer ahí, con los nuestros, que los que amamos estén encerrados en su burbuja, seguros, aislados, hasta que todo pase.
También queremos mirar por la ventana, ver en la pantalla del celu y hasta de vez en cuando prender la tele, poner la noticias y ver que hacen los invisibles ahí afuera. Todos desearíamos esperar en un lugar seguro que esta mierda finalmente termine. No es vocación, no es “amor a la profesión”. Todos tenemos miedo, el miedo también es invisible. Vos que podes, quedate en casa.
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