Stevia es una planta ancestral, con poder endulzante y energizante, originaria de Paraguay, junto a la frontera con Brasil. A pesar de poseer larga data como consumo entre los pueblos autóctonos, la comunidad científica se interesó en esta planta recién hacia el siglo XIX por los beneficios que trae para la salud. Paralelamente el mercado se ocupó de comercializarla y ponerla en todas las góndolas.
Un investigador de la UNLP se ocupó de trazar el camino de este alimento.
De origen vegetal, el Stevia es un edulcorante natural, que ayuda a reducir problemas de salud relacionados al consumo de azúcar. El Investigador y Docente de la Facultad de Trabajo Social (UNLP), Santiago Liaudat, se encargó de recolectar la información acerca de la historia del endulzante en el libro “Stevia. Conocimiento, propiedad intelectual y acumulación de capital”.
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Según expresó el Liaudat, entrado el siglo XX, sobre todo desde la segunda posguerra, “el nivel de consumo medio de azúcar se elevó sobre todo en poblaciones que, además, tenían un menor gasto de energía física. La creciente ingesta de alimentos y bebidas con alto contenido de azúcares comenzó a generar problemas de salud desconocidos hasta entonces”.
Enfermedades como la diabetes se tornaron cada vez más frecuentes, relacionadas con el factor ambiental que implicaba una ingesta diaria de altas cantidades de azúcar. Desde las empresas del sector alimentario, en conjunto con la comunidad científica, debieron atender a las inquietudes del sector salud “comenzaron a desarrollar endulzantes con bajas calorías que pudiesen sustituir al azúcar común”, explicó Santiago Liaudat, al portal Investiga de la UNLP.
En la actualidad miles de productos incluyen Stevia, principalmente bebidas y alimentos
Pero esto no fue siempre así, sino que Liaudat se encarga de reconstruir en la historificación, cómo se dio un proceso de colonialismo científico en la comercialización de la planta dulce.
Esto se debe a que, a pesar de poseer un pasado ancestral de producción local en el suelo andino, cuando finalmente comenzó a comercializarse en Estados Unidos, se le impusieron restricciones en el refinamiento que hacían que para alcanzar ese grado de pureza que requieren “una manufactura con alta tecnología y Paraguay y Brasil no estaban en condiciones”, aclaró el investigador de la UNLP.
“La entidad de Sanidad de Estados Unidos aprueba finalmente el consumo y esto produce un efecto dominó donde los organismos sanitarios del resto del mundo se pliegan a la normativa norteamericana, mostrando la lógica del nuevo colonialismo científico”, concluyó Liaudat.
Desde el portal de la UNLP aclararon que en la historia del endulzante el autor analiza cuestiones tales como el papel de los derechos de propiedad intelectual en la acumulación de capital, las relaciones centro-periferia en ciencia y tecnología, los mecanismos de reproducción de las asimetrías globales y propone una novedosa teoría del valor-conocimiento.
Originariamente este producto tenía un valor de uso vinculado a la cosmovisión y creencias de las comunidades indígenas y fue la mediación científica, las guerras mundiales y la necesidad de endulzar con productos menos nocivos para la salud, la que puso a la planta en el mundo del conocimiento occidental, que no solo tomó la Stevia, sino que la regularizó, purifico y dejó a los principales productores por fuera de la posibilidad de comercializar el producto manufacturado.
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