Pocas veces falla: cuando permanecemos un tiempo considerable expuestos bajas temperaturas y comenzamos a sentir frío, sabemos que posiblemente horas más tarde amaneceremos con dolor de garanta, tos, catarro o algún otro síntoma típico de resfrío o gripe. Pero lo que no sabemos muy bien es la razón.
Frente a esto, el doctor en Biología del CONICET Ignacio Jure publicó un video en la cuenta de Instagram “tomateloconciencia”, donde divulga información científica sobre temáticas actuales de forma clara y concisa junto a la también doctora en Biología Florencia Labombarda.
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¿Qué relación hay entre el frío y el resfriado?
Según el especialista, hay tres razones fundamentales que hacen que el invierno sea una época propensa para desarrollar este tipo de enfermedades:
- Cuando respiramos aire frío, se enfrían nuestras vías respiratorias superiores y esto hace que haya una vasoconstricción: los vasos sanguíneos se hacen de menor calibre y llega menos sangre. Las que viajan en la sangre son las células del sistema inmunológico, que son las que nos defienden de los microorganismos patógenos que pueden causar el resfrío o la gripe. En conclusión, tenemos menos flujo sanguíneo, llegan menos células del sistema inmune.
- El sistema inmunológico innato es el que se activa primero cuando llega un microorganismo potencialmente patógeno a nuestro organismo. Dentro de él se encuentra el interferón, que se especializa en que nuestras células se defiendan de infecciones virales. Este sistema funciona más lentamente con el frío: se produce menos cantidad de interferón y, además, el efecto del interferón es más suave a menor temperatura. En conclusión, tenemos funcionando peor una de nuestras principales respuestas antivirales y esto causa que infecciones que tenemos constantemente pero suelen ser asintomáticas gracias a nuestro sistema inmunológico ahora causen resfriado o gripe.
- En invierno, tendemos a juntarnos en lugares más chicos y cerrados. Además, la calefacción seca el ambiente esto hace que las pequeñas gotitas de saliva que liberamos al hablar, toser o estornudar se mantengan más tiempo en suspensión, aumentando la posibilidad de contagiarnos. A su vez, al haber menos temperatura, las partículas virales duran más.
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