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HISTORIAS BONAERENSES

Perdieron su trabajo en la pandemia, se mudaron a Gándara y abrirán una pulpería para devolverle la vida al pueblo

Virginia Costa Soto y Sebastián Capiello, son una pareja que dejó su vida en la ciudad para vivir en Gándara, un pequeño pueblo ubicado a la vera de la Ruta 2.

Muchos se refieren a Gándara como un pueblo fantasma, pero lejos está de serlo. Aún hay quedan personas que habitan sus tierras y algunas otras que apuestan para vuelva a su máximo esplendor. Dos de ellas son Virginia Costa Soto y Sebastián Capiello, una pareja que se quedó sin trabajo durante la pandemia y tomó la decisión de dejar su vida en la localidad de Martínez, partido de San Isidro, para mudarse a este paraje rural casi deshabitado ubicado a la vera de la Ruta Provincial 2. Allí construyeron un complejo de cabañas y ahora se propusieron abrir una pulpería para darle vida otra vez a un pueblo que durante años fue uno de los centros productivos más importantes de la provincia de Buenos Aires.

El 2020 fue un año bisagra para la vida de la pareja: se convirtieron en padres de León y, meses más tarde, ambos perdieron su trabajo como tripulantes de cabina de una reconocida empresa aeronáutica que se fue del país. En aquel contexto, era casi imposible conseguir nuevamente trabajo en el rubro y tuvieron que tomar cartas en el asunto para encontrarle un nuevo rumbo a sus vidas. Fue así como Virginia pensó en aquel lugar donde pasó su niñez como un punto de partida para la familia y Gándara era la respuesta.

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Virginia Costa Soto y Sebastián Capiello dejaron todo para mudarse a Gándara, un pequeño pueblo del partido de Chascomús. 

Virginia Costa Soto y Sebastián Capiello dejaron todo para mudarse a Gándara, un pequeño pueblo del partido de Chascomús.

A tan 20 kilómetros de Chascomús, Gándara nació en 1823, cuando Domingo Leonardo de la Gándara compró las tierras que dieron origen al paraje. Antes de su muerte, el propietario transmitió los lotes a sus hijos para la creación de la estación de tren, la escuela, un monasterio, almacenes, pulperías y una empresa homónima de productos lácteos.

La fábrica fue el motor del crecimiento de Gándara, convirtiéndose en una de las empresas lácteas más importante de Argentina y llegando a abastecer un 25% del consumo total de leche del país. Asimismo, sus productos fueron exportados a Estados Unidos, Italia, Arabia, Israel, México y Brasil.

Aún muchos visitantes recuerdan con nostalgia este pueblo por el que pasaban cada verano camino la costa atlántica. Durante la década de los 80, Gándara era una parada casi obligatoria para los turistas que podían disfrutar de manera gratuita muestras de dulce de leche o yogurt.

Gándara era un pueblo lleno de vida, con reuniones, fiestas y, sobre todo, trabajo. Sin embargo, sus días gloriosos llegaron a su fin cuando en 2007 la empresa cerró sus puertas y cientos de trabajadores quedaron en la calle. De esta manera, los pobladores comenzaron a abandonar estas tierras en búsqueda de un futuro más prospero que Gándara ya no les podía ofrecer.

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La fábrica de Gándara convirtió a este pueblo en uno de los centros productivos más importantes de la provincia de Buenos Aires. 

La fábrica de Gándara convirtió a este pueblo en uno de los centros productivos más importantes de la provincia de Buenos Aires.

El abuelo de Vika fue un tambero y propietario del comedor de la fábrica de Gándara, donde sus padrinos se les preparaba el almuerzo a los trabajadores de la empresa. Aunque nació y vivió en Chascomús hasta sus 12 años, Vika se crió jugando en el restaurant, visitando los humildes almacenes de campo junto a su papá y correteando por las calles de tierra del paraje. Jamás perdió el lazo con aquel lugar y el tiempo se lo demostraría aún más.

Aunque Gándara parecía no tener más nada que ofrecer, casi 20 años después este paraje significó para Vika, Sebas y León la oportunidad de volver a empezar. De esta manera, tomaron la decisión de irse a vivir a la casa que su papá había dejado en Gándara.

"Antes de mudarnos, nosotros veníamos a visitar la casa y habitarla cada tanto. nos encanta el campo y lo super disfrutamos. Para nosotros es un lujo abrir la ventana y ver los árboles, tener a nuestros perros felices y que nuestro nene abra la puerta y salga a jugar en un lugar super seguro y natural para aprender. Fue un cambio increíblemente positivo. Es un lugar único. Te acostumbras a no tener las comodidades de la ciudad", contó Virginia en diálogo con Infocielo.

Con el dinero de la indemnización, construyeron dos cabañas y crearon el complejo de "El Vergel" (@refugioelvergel), una oferta de ecoturismo rural, alejada de las facilidades de la ciudad pero con el encanto único de los atardeceres que ofrece el campo.

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Refugio El Vergel, una cabaña destinada al hospedaje y ecoturismo rural en el paraje Gándara, en Chascomús.

Refugio El Vergel, una cabaña destinada al hospedaje y ecoturismo rural en el paraje Gándara, en Chascomús.

"La gente respondió muy bien a nuestra propuesta. Es un tipo de turismo distinto, que tal vez no es tan parecido a lo que se ofrece en Chascomús, donde estás dentro de un pueblo que está en contacto con almacenes, negocios y tiene todo cerca. Acá estas a 20 kilómetros de todo eso. Puede ser una propuesta incómoda porque si querés ir a comprar o querés tomar algo, tenés que agarrar el auto y retomar la ruta para Chascomús. Pero es una propuesta para estar realmente en contacto con la naturaleza. Estas en el medio del campo con nadie más que nosotros, el sonido de los pájaros y los zorros, culebras, liebres y mulitas que ves pasar", expresó.

Actualmente, Gándara cuenta con tan solo 20 familias, muchas de ellas que quedaron a vivir allí luego del cierre de la empresa. Durante los fines de semana ciclistas, motoqueros, grupos acompañados por guías turísticos y hasta youtubers e influencers amantes de los pueblos abandonados se acercan a visitar la fábrica, el emblemático monasterio y la bellísima estación de trenes que se mantiene bien conservada. "Es impresionante la gente que viene a ver la nada misma, porque no hay nada para hacer", manifestó sorprendida Vika.

Tal como expresó Vika, Gándara no dispone de ninguna cafetería, restaurant o proveeduría para satisfacer las necesidades básicas de sus turistas. Ante este panorama, Vika y Sebas tomaron la decisión de reabrir el ex restaurante de la fábrica de Gándara, bajo el nombre de "La Pulpería", para darle una nueva vida al pueblo y ofrecer una opción a los turistas que quedaron algo descuidados con el paso del tiempo.

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"La Pulpería de Gándara", el próximo proyecto de Vika y Sebas, que promete devolverle la vida al pueblo. 

"La Pulpería de Gándara", el próximo proyecto de Vika y Sebas, que promete devolverle la vida al pueblo.

Con una fuerte inversión, en agosto de este año colocaron el cartel de "propiedad privada" y comenzaron a limpiar el terreno y reparar los daños que se produjeron a lo largo de los años. Aunque todavía queda mucho por hacer, "La Pulpería de Gándara" (@pulperiagandara) promete abrir sus puertas dentro de un año, durante los fines de semana, como propuesta turística pero también como un espacio donde el pueblo pueda reencontrarse y generar comunidad.

"La oferta va a ser muy simple y rural para que la gente pueda escaparse un rato del sol del mediodía, un lugar para que puedan descansar los ciclistas y para poder pasar con la familia. También queremos intentar con esta movida dar trabajo a los locales, comprarle comida a la gente del pueblo o ofrecer un puesto de trabajo si lo necesitamos. Mover nuestra economía de alguna manera", agregó.

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"La gente tiene un recuerdo nostálgico muy agradable de Gándara. A todos los remite a un momento de vacaciones en familia, yendo para la costa. Para mi es el lugar donde mi crié y donde están todas las historias con mi mamá, mi papá y mi hermana. Creo que tengo que devolver toda esta nostalgia linda que siento. Por eso quiero darle una vuelta para que Gándara no quede en el olvido y ponerlo nuevamente en el mapa. Es el primer campo que conocí y el que más me gusta, porque creo que no hay nada mejor que nuestra pampa", concluyó.

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