

La polémica entre el Conicet y el caricaturista Horacio Altuna por la viñeta que trata de 'ñoquis' a científicos, plantea un dilema para nada de 'progresistas'
Cuando se aprieta un tornillo demasiado se corre peligro de que termine girando en falso. Algo así parece estar sucediendo con las personas que de tanto autopercibirse progresistas acaban volviéndose fundamentalistas de lo políticamente correcto, a tal punto de convertirse en "conservadores de la progresia" a la que pretenden levantar como bandera.
La situación ya la describió Infocielo con detalles pero en resumidas cuentas se puede expresar en este algoritmo:
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1- Caricaturista de contratapa de Clarín utiliza sarcasmo y se refiere a los científicos del Conicet como 'ñoquis'
2- Científicos (o adherentes a ellos) ponen el grito en el cielo por semejante ofensa
3- Miles de energúmenos insultan en redes al autor de la viñeta, Horacio Altuna sin tener ni la más mínima idea acerca de quien se trata
4- El Conicet se suma con un mensaje de repudio a la caricatura y su texto sarcástico
5- Altuna, que vive en España desde 1982, pide disculpas y expresa que algo así es la primera vez que le sucede en 50 años de profesión
6- El autor también explica el contexto del personaje que hace el chiste, y se entiende que no era ofensivo en lo más mínimo
7- Millones de personas que no sabían de la existencia de la tira cómica de Clarín, ahora la conocen por primera vez.
Cuando se busca "bancar" el progresismo, y no se comprende en verdad de que se trata, se pone tan en peligro al propio objeto de defensa, que terminan invirtiéndose los roles. El supuesto conservador termina quedándose con el sitial del novedoso, fresco, renovador, o hasta revolucionario.
La política actual argentina justamente está atravesando esos días en estos últimos años.
El músico Ricardo Iorio, y los políticos Milei, Espert o Bullrich son acabados ejemplos de personajes de rancia estirpe conservadora que suenan a 'rebeldes' entre tanto magma progresista que traiciona el eje fundamental que le da razón a su existencia.
¿Cómo debería entonces responder un verdadero "progre" a 'semejante ataque' en una caricatura de contratapa?
Varias opciones.
Una, riéndose de la situación y no dándole la entidad y la repercusión que no tenía.
La otra, y quizás la más atinada, respondiendo con la misma tónica irónico-sarcástica de la presunta ofensa. Por ejemplo, con una receta de ñoquis de cocina nuclear, atómica, celular, monoclonal o como gusten denominarla, para que suene interesante y chistosa a la vez en línea con las actividades que le dan la razón de ser a los científicos.
Cuando el progresismo se vuelve solemne, pacato, y defensor serio, hasta de supuestas ofensas de tiras cómicas, se autofagocita, transformándose en un Frankestein de sí mismo, y dándole de comer a las verdaderas fieras regresivas, siempre al acecho de pergeñar que la cáscara cambie, para que en verdad nada cambie.
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