Entre las múltiples expresiones de la violencia de género, los noviazgos violentos impactan en el presente y el futuro de adolescentes y jóvenes de nuestro país, limitando sus derechos y libertades. En el marco de un nuevo aniversario del primer “Ni Una Menos”, Infocielo dialogó con Melina Capucho, Licenciada y Profesora en Sociología y Coordinadora de la Dirección de Políticas de Igualdad de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, para abordar con profundidad esta problemática.
Es ampliamente conocido que la sociedad machista en la que estamos sumergidos crea un entorno propicio para que se perpetúen diferentes formas de violencia, tales como la física, psicológica, económica y mediática, entre otras. Estas conductas, enraizadas en una estructura de poder desigual entre hombres y mujeres, comienzan a desarrollarse desde la infancia y la adolescencia, etapas cruciales para el desarrollo humano.
Una de estas prácticas son los noviazgos violentos, en la que adolescentes y jóvenes se relacionan a través manipulación y control. Estas acciones violentas repercuten directamente sobre los derechos, libertades y el desarrollo personal, produciendo daños severos en su formación como sujetos, tanto en su presente como en su futuro.
Históricamente, esta forma de vincularse entre los jóvenes ha sido justificada bajo el mito del amor romántico, consolidándose como un modo normal y cotidiano de relacionarse con los otrxs. Sin embargo, en el último tiempo, gracias a los reclamos del movimiento feminista y la conquista de derechos en clave de género, se ha logrado deconstruir estos discursos, permitiendo comenzar un proceso de cuestionamiento de estas prácticas.
A pesar de los avances y del cambio generacional, en la cotidianeidad se continúan replicando situaciones de violencia dentro de los vínculos sexoafectivos de los adolescentes. En este sentido, diversos informes y encuestas arrojan resultados preocupantes respecto a esta problemática.
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, 3 de cada 10 adolescentes sufren violencias en el noviazgo. Por su parte, en 2023, la línea 144 recibió 2.098 consultas de mujeres jóvenes de 16 a 25 años y 1.786 se encontraban en situación de violencias. A su vez, este estudio aseguró que el 98% de los agresores son varones y el 62% tiene entre 17 y 34 años.
“Son cuestiones que siguen sucediendo. Ahora se habla del concepto de persona tóxica o de relación tóxica. Es como que se lo toca como chiste, como el tóxico y la tóxica, como si fuera algo gracioso, cuando en realidad son situaciones que nos llevan ni más ni menos que a ir perdiendo espacios, derechos y libertades. Estamos hablando con personas jóvenes que están teniendo sus primeros vínculos. De ninguna manera venimos a tratar de decir que no hay que tener vínculos sexoafectivos. Si no que hay que dejar de naturalizar cuestiones que muchas veces, las fuimos aprendiendo y nos las fueron trasladando personas más grandes. No es algo que hacemos ya con la cabeza formateada, sino que son ideas que se van instalando”, expresó Melina Capucho en diálogo con Infocielo.
Argentina cuenta con diversas leyes en materia de igualdad de género que impulsan la protección de los derechos de niños, niñas y adolescentes. Entre ellas se encuentra, la Ley N° 26.485 de Protección Integral de las Mujeres para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. También, desde 2006, rige la Ley de Educación Sexual Integral N° 26.150, que contempla que todas las escuelas del país deben abordar contenidos de manera integral en sus planes de estudio que promuevan el cuidado de la salud sexual, incluido en este concepto las relaciones afectivas. Asimismo, la provincia de Buenos Aires sancionó la Ley N° 15.246 Carolina Aló, en homenaje a esta joven que fue víctima de un femicidio sucedido en Tigre en el año 1996. Esta normativa establece la incorporación del 27 de mayo como “Día de la prevención de la violencia en el noviazgo” al calendario escolar oficial, así como la relación de actividades de concientización dentro de las aulas.
Bajo este marco normativo y ante una necesidad de prevenir situaciones de violencia en la adolescencia, desde 2018, la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, a cargo Guido Lorenzino, lleva a cabo diversas acciones de concientización y capacitación en escuelas como otras instituciones comunitarias. Entre ellas, la Dirección de Políticas de Igualdad, a cargo de la Directora General María Alejandra López, lleva adelante el taller “Cortá a tiempo”, que surge tras una encuesta que reveló la persistencia de prácticas violentas durante la adolescencia, a pesar del avance de derechos. Este programa se replica en distintas delegaciones a lo largo y ancho del territorio bonaerense.
“Los resultados fueron muy contundentes en demostrarnos que efectivamente se siguen viviendo situaciones de control, de violencia psicológica, de cuestionamiento de las amistades, de impedimento, de realizar actividades y demás. Nos daban la pauta de que realmente es una problemática muy acuciante”, detalló.
A través de diversas actividades y charlas, los estudiantes tiene la oportunidad de reflexionar sobre sus vínculos, aprender a identificar señales de alerta y, a su vez, crear un ámbito de confianza para que puedan denunciar situaciones de violencia.
“Las dimensiones de la problemática hicieron que la demanda explotara muy rápidamente. Por lo tanto, comenzamos a trabajar con jornadas grandes, en espacios culturales, en centros comunales, o incluso en las escuelas, pero yendo ya directamente a trabajar con los ciclos superiores. Entendemos que no es una jornada que empieza y termina ahí, sino que busca ser disparadora de las discusiones, que sensibilice a los pibes y pibas sobre cosas que naturalizamos y que está bueno que lo puedan charlar en grupos de pares y con personas adultas de referencia que pueden estar en la escuela, pueden estar en un club, pueden estar en un centro comunal o en un espacio artístico”, explicó.
Además, Capucho añadió: “La propuesta busca habilitar esa conversación, en donde nos damos cuenta que no son cosas que nos pasan en soledad, sino que tienen que ver con patrones de conducta, con mandatos, con ideas que vamos aprendiendo y que se van metiendo desde distintos lados, desde la educación y desde la cultura”.
Resulta fundamental abordar esta problemática, pues además la vulneración de derechos durante la adolescencia, conlleva graves consecuencias que se extienden a la adultez. Entre estas, se destacan la afección del autoestima y la predisposición a recaer en vínculos similares, basados en lógicas de manipulación y el control.
“No es algo que no se va a terminar cuando alcanzamos la mayoría de edad legal, sino que nos puede suceder más de una vez, nos puede pasar en cualquier etapa de la vida, y es importante que nunca lo naturalicemos. Tiene un gran impacto sobre todo lo que es la violencia psicológica, porque no es algo que va a terminar cuando termina el vínculo, sino que se va a sostener en el tiempo. Es importante trabajar sobre eso porque es muy desgastante y, por supuesto, es importante recuperar la autoestima y recuperar la idea de que tenemos muchas personas que nos quieren. Esto también es fundamental porque una de las características principales de este tipo de relaciones es el aislamiento, alguien que está con vos y que se supone que te quiere, te dirá que nadie más te va a querer, hace que sea muy difícil salir”, remarcó.
Noviazgos violentos: ¿Cómo pueden acompañar los adultos a los adolescentes?
En muchas ocasiones, las aulas suelen ser el escenario donde ocurren estas formas de violencia o donde lxs estudiantes revelan ser víctimas de vínculos donde la violencia es moneda corriente. El papel de los docentes en la escuela es fundamental, pero también lo es el de la familia, padres y seres queridos, para la prevención y erradicación de este problema.
“Incluso con debates que se van dando y que van avanzando a lo largo de las generaciones. Muchas veces sucede que quizás una persona joven tiene un problema en el marco de su vínculo y cuando lo va a contar a una persona adulta, esta le dice: ‘Bueno, pero báncatela porque es así’; ‘Te tenés que bancar que no vas a poder ir a donde querés, que no vas a poder ver a quien querés y que te van a hablar acerca de tu vestimenta o de tu cuerpo y demás’. La idea es poder dar cuenta de que esto no viene de la nada, que es importante que lo podamos discutir e incluso que lo podamos discutir intergeneracionalmente”, propone.
En línea con ello, es crucial que los adultos logren recobrar la confianza del adolescente mediante un diálogo empático, no confrontativo y libre de prejuicios, para que estxs puedan compartir abiertamente la problemática que está enfrentando.
“Hay que recuperar la idea de que no estamos solos y solas, sino que tenemos otras relaciones y que no tenemos que quedarnos en una relación violenta solamente por la idea de pensar que no hay nadie más. Para poder salir de esas situaciones, hay que estar acompañado, poder charlar y poder apoyarse en otros vínculos de amistad y de familia”, sostuvo Capucho.
Además, la socióloga agregó: “Hay muchas cosas para hacer. Por ejemplo, hay que dejar de preguntarte a las personas jóvenes cuándo van a presentar una pareja. Porque como sociedad seguimos poniendo al vínculo sexoafectivo como una cuestión central, como una cuestión que nos completa y en algún punto hasta obligatorio. Entonces, como personas adultas debemos cuestionar nuestro propio discurso y cómo lo vamos transmitiendo”.
En este contexto, a menudo los jóvenes no logran detectar que se encuentra inmersos en este tipo de relacione y es aquí indispensable el papel que ocupan los adultos a su cargo. En este sentido, Melina destaca la necesidad de identificar algunas señales de alarma como es el aislamiento, la pérdida de las amistades, cambio de actividades y de vestimenta, la adopción de los deseos de la otra persona.
“Es importante poder estar atento y poder prestar espacios de escucha, no cuestionar lo que la persona hace o deja de hacer, porque muchas veces pasa que alguien nos cuenta que está en esa situación y hace un gran esfuerzo por animarse a contar. Es muy importante no subestimarlo y empezar a cuestionarnos como personas adultas, cómo muchas veces con nuestras palabras estamos haciendo que otra persona considere que algo que le está haciendo mal está bien o es bancable”, finalizó.