

En este marco, las investigadoras Natalia Laufer y Gabriela Turk hablaron acerca del caso de la paciente argentina que habría erradicado el virus de su organismo sin tratamientos: por inmunidad natural.
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La mujer en cuestión es oriunda de la ciudad de Esperanza y sería el segundo caso en el mundo -junto con el de Loreen Willenberg, una californiana diagnosticada con VIH a comienzos de la década del 90- en el que el VIH podría haber sido erradicado completamente sin la previa mediación de un trasplante de células madre.
El estudio de esta paciente fue presentado en la revista especializada Annals of Internal Medicine y contó con la participación protagónica de investigadoras e investigadores del CONICET en el INBIRS, quienes trabajaron en colaboración con científicas y científicos del Instituto Ragon del Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos).
Tras analizar alrededor de 1.500 millones de células de la joven, el equipo de investigación solo logró hallar siete copias defectuosas del virus del VIH, totalmente incapaces de replicarse.
El único momento en que la paciente de Esperanza fue tratada con ARV fue en 2020 cuando cursaba el segundo y el tercer trimestre de su embarazo, con el único objetivo de evitar cualquier posibilidad de que le trasmitiera el virus a su hijo.
“Más allá de que no creíamos que existiera posibilidad de que eso ocurriera, teníamos que asegurarnos”, señala Laufer, quien dirigió el estudio junto con Yu Xu, científica del Instituto Ragon.
El hallazgo de las siete copias defectuosas no solo confirmó lo señalado por el análisis serológico (que la paciente estuvo infectada por VIH), sino que también es índice de que en algún momento hubo replicación del virus, dado que algunas de las copias son diferentes entre sí.
“Después de analizar una cantidad masiva de células de la paciente de Esperanza, tanto de sangre periférica como de tejidos, no fue posible encontrar reservorio de virus intacto. Esto situaría el caso de la paciente Esperanza bajo la categoría de cura esterilizante", explica Gabriela Turk, investigadora del CONICET en el INBIRS y primera autora del trabajo.
"Nosotras creemos que, efectivamente, la posibilidad de que se reactive la infección, de que vuelva a tener replicación, es prácticamente nula, pero no es algo que de lo que podamos estar 100 por ciento seguras, por lo que, en realidad, siempre resulta complicado hablar de cura”, agregó.
De acuerdo con las investigadoras, algo similar ocurre con Loreen Willenberg, que ya lleva más de veinticinco años en situación de controladora de elite y en cuyas células tampoco se han podido hallar copias viables de VIH.
Pero... ¿qué son los controladores de elite? Más allá de que las terapias con ARV son muy efectivas, existe un sub grupo personas que viven con VIH y, sin recibir ningún tratamiento, logran controlar la replicación del virus y mantener cargar virales indetectables.
A estos pacientes se los denomina controladores de elite y representan menos de un 1 por ciento del total de personas con VIH. Se trata de personas que, por mecanismos asociados a su respuesta inmune o porque se infectaron con un virus defectivo, controlan la infección sin ayuda de una terapia.
Hay ciertos pacientes que los son durante algunos años pero pierden esta condición y vuelven a tener una carga viral detectable. No obstante, también existe una contada cantidad en cuyos organismos no se encuentra reservorio latente del virus con capacidad de replicarse. Cuando esto ocurre, se habla de una posible cura esterilizante.
Además de estos dos casos, en los que la “cura” se habría logrado por inmunidad natural, hay dos pacientes que habrían alcanzado la cura esterilizante de VIH luego de recibir trasplantes de células madre.
Se trata de Timothy Brown -también conocido como “el paciente de Berlín”-, quien falleció el año pasado de una leucemia ajena a la infección por VIH tras estar más de diez años en situación de cura esterilizante, y Adam Castillejos, un venezolano residente en Londres.
“Es importante remarcar que hubo otros casos de trasplantes de las mismas características que no llegaron a la situación de cura esterilizante”, cometa Laufer.
“Hay que decir, además, que el procedimiento al que fueron sometidos estos pacientes tiene una alta tasa de mortalidad, y que, aunque esto abrió la posibilidad de implementar la terapia génica en el campo del VIH, de ninguna manera este tratamiento es extrapolable a todas las personas que viven con el virus”, destaca Turk.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque en las últimas décadas se han obtenido progresos significativos, el VIH es aún un importante problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Según las estimaciones del organismo internacional, casi 38 millones personas tenían VIH en 2020, y ese mismo año murieron alrededor de 680 mil personas por causas relacionadas con el virus. Por otro lado, se calcula que el número de nuevas infecciones con VIH el año pasado fue cercano al millón y medio de personas.
Aunque no hay cura para la infección, el tratamiento con antirretrovirales (ARV) permite a quienes viven con el virus llevar una vida larga y saludable. En muchos casos, la terapia posibilita reducir la cantidad de virus presente en el organismo hasta niveles tan bajos que los testeos estándar de carga viral no logran detectarlo. Cuando esto ocurre, pese a encontrarse infectada con VIH, la persona no puede transmitir el virus a otros.
“La paciente de Esperanza no quiere decir su nombre y eso nos habla de que todavía hay una situación de mucho estigma y discriminación hacia las personas infectadas con el VIH. Ella nos contó que sus amigas, cuando se enteraron de su infección, quisieron hacerse análisis de VIH y fueron cuestionadas por sus médicos. Hay todavía cierta falta de conciencia en la población y en el personal de salud de la importancia de solicitar estos test", reflexiona Laufer.
"Todavía parece que hay que demostrar que tenés conductas de riesgo para que alguien te lo pida, cuando tendría que ser algo de rutina como un hemograma. El no pedir el análisis se asocia a que el 30 por ciento de los diagnósticos positivos en Argentina sigue ocurriendo en etapas tardías y avanzadas de la infección", agrega.
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