El retorno de Tévez envuelve situaciones que exponen al hincha y también delata viejos vicios de la sociedad en general y de la patria futbolera en particular. El “ídolo del pueblo” como lo bautizó su patrocinador Nike pega la vuelta de China con (más) millones en una cuenta bancaria y también con una carga de culpa sobre sus espaldas. Una culpa que cuesta resolver.
Repasemos la historia:Tévez se fue de Boca dejando huella de estrella. En lo que iba a ser su último partido, luego de fracturar a un rival y de haber decaído en su rendimiento, Carlitos fue la figura en la victoria de Boca frente a River en la Bombonera, eclipsó el adiós de D´alessandro (ídolo riverplatense) y marcó un gol inolvidable. Su futuro era una incógnita ya que Boca no jugaría la Copa Libertadores, el gran objetivo de su retorno. Por entonces una oferta de China lo merodeaba.
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Por aquel entonces Tévez declaró “Es difícil que me vaya y que vuelva. El ídolo de Boca es ídolo en las malas y en las buenas. Yo no me puedo ir si Boca no juega la Libertadores, tomarme la atribución de irme, ganar 40 palos y volver cuando Boca ya está clasificado para la Libertadores. El hincha de Boca no es así. Sabemos que nosotros no somos así, somos diferentes a los demás”
El destino hizo que suceda exactamente eso (millones más, millones menos). Tévez está de vuelta y hoy al Apache se lo observa con lupa por su contradicción. La figura del ídolo siempre nublo la razón del ser social. La “invención” del ídolo según Francis Bacon está vinculada con la carencia de preocupaciones reales. Aquí nace el peligro de caer infinitamente en el examen sobre el acto del “elegido”.
Tévez logró (cuando se fue del Manchester United al Manchester City) que los hinchas de los clubes se unieran para tirar las camisetas de Carlitos a la basura. Tévez había logrado unir a los rivales de siempre desde el desagrado. Unos, despechados por cruzarse de vereda y los otros, condenándolo por no haber querido ingresar desde el banco de los suplentes en un partido de Copa. El nacido en Fuerte Apache ganó cuatro títulos con el United y tres con el City.
Una rareza. La maquinaria publicitaria alrededor de Tévez: las camisetas tiradas a la basura fueron en Inglaterra dicen que fueron repartidas en barrios carenciados argentinos. La imagen de ídolo popular se fue agigantando no sólo por sus méritos deportivos sino también por el marketing. Hoy Tévez llega preso de sus palabras y con una estrategia en su arribo que lo intentará mantener lejos de los flashes. Será imposible.
Como fue imposible para su mujer controlarlo en su retorno. Lo que nunca se develó es que aquella partida de Tévez no sólo estaba vinculada a lo deportivo sino a lo personal. El Apache vivió con desmesurada alegría su vuelta al ruedo argento y su mujer le marcó la cancha. O era la familia o era la juerga. Ese entrevero le calzó como anillo al dedo a su adiós.
Para su retorno tomó un llamativo recaudo: para evitar la exposición, pidió a los arquitectos que levantaron su casa en San isidro que le incluyan un espacio similar al de un boliche dentro de su hogar, donde convivirá con su mujer y sus hijos.
Para explicar la toma de posición de los hinchas, Alexis Szewczyk, que cubrió a Boca el último año, le aporta su visión a INFOCIELO: “En Argentina suele ocurrir que los hinchas se ubica a los jugadores en lugares de semidioses, que los corren delo que son: personas y en general muy jóvenes, se pierde el registro que son tienen entre 20 y 30 años”
“Los que lleguen a ese rango se encuentran con una vida que quizás nunca se hubiesen imaginado y tienen un nivel de exposición para el que nadie está preparado. Se los endiosa, se los pone en un pedestal o como si fuesen en un especia diferente. Y se les exige en función a la expectativa y de esa idolatría que se deposita en ellos, no creo que estén obligados a responder a eso. No me parece” dice Szewczyck sobre los pedidos del hincha y el verdadero rol del jugador.
Históricamente, y más en tiempos de redes sociales, el hincha argentino se ha sentido cómodo el rol de acusador, de demandante “tenemos que salir campeón”, “tiene que correr, si es millonario”, “acá le dimos de comer” suele escucharse y leerse. Hoy Tévez carga con el peso de sus palabras y mientras los medios y los opinólogos cargan la munición que será archivada si es que Tévez hace lo que mejor sabe hacer: Jugar al fútbol.
Lo concreto es que la vuelta será distinta a la anterior. No será con las puertas abiertas de la Bombonera para que la gente cope las plateas y lo envuelva en flashes, ni tendrá tampoco la camiseta número 10 en sus espaldas. Usará la tradicional 32 que le dio la bienvenida en Inglaterra. Pocas palabras y mucho fútbol para tapar el qué dirán es la estrategia del retorno.
“Si ponemos la esperanza en los ídolos, se termina siendo como ellos: imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no caminan, bocas que no pueden hablar. No se tiene nada más que decir, se es incapaz de ayudar, cambiar las cosas, incapaces de sonreír, donarse, incapaces de amar”, palabra del Papa Francisco.
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