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Monzón: “Estuve sin trabajo pero nunca bajé la cabeza”

Pedro Monzón (57) se reinventó como entrenador. Tras una carrera brillante como futbolista profesional, tuvo que ponerle el pecho a las malas cuando se quedó sin trabajo, pero todo cambió cuando en 2017 se hizo cargo de la conducción técnica del equipo de la Barranca Quilmeña.

 

El Mate logró el triunfo ante Victoriano Arenas por 1 a 0 y ascendió a la Primera B Metropolitana. Sobre este logro, remarcó: “Estoy orgulloso de dirigir un plantel como el que tenemos. Es un gran grupo humano con sueños que se propuso cumplirlos y pudo hacerlos. El año pasado perdimos la Final del reducido por penales, después tuvimos algunas complicaciones con la dirigencia y el cambio de CD. Sufrimos varias veces robos de calzado e indumentaria”.

 

 

Más allá de este presente, reveló que no la pasó bien: “A veces nos quedamos sin trabajo. En el 2014 también tuve la suerte de dirigir al equipo de Flandria de la C a la B. Después estuve unos meses sin trabajo, y en 2017 me ofrecieron dirigir a Argentino de Quilmes cuando estaba último con 2 puntos. Sacamos 70, pero no nos alcanzó para subir. Estoy muy feliz en el club. Con dinero a veces no se es tan feliz como con un resultado deportivo. A mí me llena el alma. Soy feliz por un montón de cosas, quizás con el ascenso varios de los chicos no tengan que pensar en trabajar en otra cosa”.

 

Por último, a la hora de hablar de su momento y forma de trabajo, relató: “A los jugadores los quiero como a mis hijos. Hay reglas de convivencia y de comportamiento. Tienen que saber que con esfuerzo pueden estar en equipos más grandes en los que puedan crecer y ayudar a su familia, pero para eso hay que dedicarse. También les decimos que traten de estudiar. La carrera del futbolista dura noventa minutos, no dura cinco años o diez, cuando uno termina un partido no sabe si va a poder jugar el próximo”.

UN RECUERDO BORRABLE

 

Por otro lado, reveló que los hinchas en las canchas le siguen recordando lo que fue su expulsión en la final del Mundial de Italia ’90: “A veces en la cancha me lo hacen recordar, me recuerdan la expulsión, me dicen ‘perdiste la final’. A veces los hinchas son un poco eufóricos y te recuerdan esa jugada creyendo que van a tener alguna ventaja para su equipo. Obviamente que me duele, pero no me echa atrás, al contrario, a mis jugadores les digo que tenemos que ganar más. Es algo que duele cuando te lo machacan tanto, porque siempre jugué para dar lo mejor, sobre todo en la Selección Argentina”.

 

Para finalizar, dejó en claro cuál es su sentimiento por la Celeste y Blanca: “En la Selección casi todos sentimos lo mismo: mucho amor por la camiseta argentina. Siempre que uno se pone la camiseta es un hincha más. Nos cuesta mucho acercarnos al predio, es más hasta tenemos miedo de que no nos dejen entrar, pero siempre apoyamos a cualquier jugador que se ponga la camiseta argentina”.

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