

En la temporada de verano miles de personas visitan Punta Lara y otras playas del Río de La Plata. ¿Cuáles son los peligros que conlleva bañarse en estas aguas?
Durante la temporada de verano, miles de vecinos y turistas de los balnearios del Río de La Plata optan por meterse a sus aguas para apaciguar las altas temperaturas. Punta Lara, La Balandra, Atalaya, Hudson y varias otras playas explotan de gente.
Sin embargo, hay muchos factores como el color y el olor del agua, que hacen dudar a más de uno antes de ingresar. Es por ello que Infocielo dialogó Darío Andrinolo, Doctor e Investigador del Conicet, que dio detalles sobre el estado actual de estos cursos de agua y qué hay que saber antes de bañarse en estos.
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En primer lugar, Andrinolo sostuvo que el estado de calidad de agua depende de numerosos factores regionales macro. Por ejemplo, fenómenos climáticos como el periodo de la niña, la concentración de nutrientes, más el calor, producen cianobacterias y algunas de sus especies pueden ser perjudiciales para la salud.
"Las diseminadas en la provincia de Buenos Aires son las microcistinas, producida por la microcystis aeruginosa, que uno lo puede observar como yerba flotando o como manchas verdes fluorescentes, y que revisten de cierta peligrosidad para los bañistas", manifestó Andrinolo. A su vez, explicó que el florecimiento de cianobacterias representa un desafío en la potabilización del agua que se toma de los lugares.
Respecto a ello, en los últimos días, la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia de Buenos Aires, a través del Programa de Gestión Integral de Cianobacterias, detectó la floración de cianobacterias en cuerpos de agua de La Plata, Berisso y Ensenada y, tras ello, emitió una alerta naranja.
En caso de entrar al río o laguna con cianobacterias, se recomienda lavarse con agua, no consumir alimentos que provengan del cuerpo de agua y prestar especial atención a niños y mascotas. Consultar en el centro de salud más cercano en el caso de intoxicación.
Otra de las cuestiones a considerar antes de ingresar al Río de La Plata, es la presencia de tóxicos, como los utilizados en la agricultura.
"Hay algunos cuerpos de agua que están seriamente afectados por todo el uso de tóxicos, fundamentalmente los utilizados en zonas agrícolas con soja, donde los agroquímicos, pesticidas o fungicidas llegan al agua y afectan la cadena trófica", remarcó el investigador.
Con el fin de la temporada del la niña, comenzará la del niño, la cual trae muchas lluvias. Esta situación tiene una doble cara. Por un lado, va mejorar la calidad de las aguas que bajan por los ríos Uruguay, Paraná y Salado. Pero, por otro lado, esa cantidad de agua que pasará por los campos va a lavar los pesticidas y agroquímicos y los va a arrastrar a los cuerpos de agua de la provincia.
"Yo diría que cuando uno se acerca a un cuerpo de agua tiene que estar atento a las cianobacterias fundamentalmente, ya que los pesticidas son indetectables y difícilmente puedan hacernos daño por un baño en una laguna", agregó.
Respecto a consumir peces que provengan de los cuerpos de agua de La Plata, Berisso y Ensenada, el especialista remarcó que es una situación que reviste de mayor complejidad debido a los contextos socioeconómicos de los consumidores.
"Una persona que tenga acceso a buena calidad de proteínas y no tenga necesidad de comer peces sacados de Boca Cerrada, acá en Punta Lara, mejor que no lo haga. Pero si estamos en vistas de personas que la disyuntiva es consumir proteínas o no, ahí las discusión es más difícil. ¿Es mejor tener acceso a carne de pescado que tenga microcistinas en sus músculos a bajo niveles o directamente no consumir proteínas? Esas son situaciones más complicadas que no se responden solo con un si o con un no", sostuvo.
Por otra parte, Andrinolo hizo hincapié en la situación de las cloacas en la ciudad de La Plata, cuyas aguas sucias se lanzan casi sin tratamiento al arroyo de El Gato y generan un terrible impacto ambiental. "Ese arroyo es una fuente de contaminación, no con cianobacterias por los nutrientes que llegan del río, sino de bacterias y alimañas que pululan por la costa", manifestó.
Asimismo, la transformación de los arroyos en canales de cemento rompe con los ecosistemas costeros y, de esta manera, se arruina el curso de agua natural.
"Estamos impidiendo que ese curso ofrezca su servicio de ecosistémicos de autopurificación de las aguas y estamos creando un ambiente propicio para que surjan enfermedades de todo tipo. Cuando en el mundo se están abriendo los canales y tapando lo que va tapado bajo la tierra, acá seguimos entubando arroyos en lugar de convivir con la naturaleza", añadió.
A pesar del fuerte impacto ambiental que ha sufrido a lo largo de los años, es posible pensar un plan regional para reducir la contaminación y salvaguardar la calidad ambiental de los cuerpos de agua del Gran La Plata.
Según el investigador del Conicet, este proyecto debería incluir el tratamiento de afluentes, sobre todo aquellos que se encuentran en el cordón frutihortícola, donde se debería tener conocimiento acerca del dominio de la tierra, cómo se usa, cuáles son los afluentes que salen y el uso de pesticidas excesivos. También, debería prestarse sumamente atención al polo petroquímico que, aunque ha mejorado en los últimos años, aún hay que continuar cuidando los afluentes que salen de este proceso.
"Tienen mucha responsabilidad los Gobiernos nacionales, provinciales y, sobre todo, municipales que muchas veces privilegian tener un banco más para sentarse o hacer un paredón que sea visible con muchas luces cuando eso es totalmente contradictorio con un ensamble correcto de la comunidad urbanizada con las zonas rurales que tienen que mantener los ecosistemas viviendo", enfatizó.
Por último, Andrinolo remarcó que sería fundamental que la población cuente con datos provistos por las autoridades sobre los contaminantes, pesticidas, medicamentos y materiales pesados que se encuentran en el ambiente.
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