Sergio Massa: la bala de plata del peronismo de cara a 2023
Sergio Massa asume el desafío más importante de su carrera política. Sus detractores en la oposición y en los medios ya le muestran los dientes.
Sergio Massaarribará en las próximas horas a un Gabinete loteado, emparchado y golpeado por una crisis política y económica que ensombrece las posibilidades del Frente de Todos para 2023 y entusiasma a algunos actores de la oposición. Encarna una suerte de bala de plata, la última, la que el Frente de Todos debe acertar en el blanco para evitar un desastre electoral en 2023.
Lo saben todos los socios del espacio que participaron del clamor que inundó las redes y los medios de comunicación en las últimas 48 horas. “No se trata de presionar al presidente; se trata de sobrevivir”, explicó una de las voces de ese arreglo coral ante una consulta de este portal. “Es bueno. Y es la última bala”, consideró uno de los primeros en entonar.
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Sergio Massa se aseguró una llegada limpia y bien respaldada. Debió convencer incluso a algunos propios que le señalaban con buen tino que entra a la cancha “a los 30 minutos del segundo tiempo, perdiendo 3 a 0 y con dos jugadores menos”.
Antes de su arribo, Alberto Fernández se desprendió de Gustavo Béliz, señalado como el “monje negro” de Gobierno, que ostentó cercanía y poder desde la desconocida y silenciosa Secretaría de Asuntos Estratégicos. También corrió a Daniel Scioli, su viejo rival bonaerense, que vuelve a Brasil después de un breve paso por el Ministerio de Desarrollo Productivo.
Para acordar su llegada, Massa reclamó y obtuvo el manejo de los principales resortes de la Economía: será ministro de Economía, Producción y Agro. La única baja es la de Silvina Batakis, que agarró el fierro cuando más caliente estaba. Fuera de ellos, preservó la cuota de poder de sus socios del Frente de Todos dentro del Gobierno.
Mantuvo a Juan Manzur, cuando podría haberlo desplazado, para tener a los Gobernadores de su lado y evitar un movimiento que colateralmente corriera a Wado De Pedro y lo enfrentara a Cristina Kirchner. Hombre precavido vale por dos.
No es para menos. Hay una extensa lista de dirigentes interesados en que el Gobierno no acierte en el blanco. Hace apenas una semana, la diputada porteña Sabrina Ajmechet, célebre por haber afirmado que las Islas Malvinas no fueron ni serán argentinas, no pudo contener su entusiasmo al imaginarse un escenario en el que el peronismo “la estrelle”.
“Estamos ante la oportunidad de que el peronismo la estrelle y que después venga algo mejor. Estamos ante la mayor oportunidad histórica de la historia argentina”, escribía en Twitter. Más tarde explicaba que su mensaje era en realidad una expresión de optimismo: “Está claro que la oportunidad es a que venga a algo mejor. Salvo para los que niegan la realidad y creen que todavía no chocó”.
Es justo decir que no toda la oposición comparte el espíritu de Ajmechet. En la provincia de Buenos Aires, el radicalismo hace, también en silencio, una apuesta por la institucionalidad y prefiere ensalzar las virtudes de Sergio Massa.
Incluso dentro del PRO hay margen para cierto optimismo. Los intendentes de ese espacio deberán mostrar gestión -es decir, obras- si quieren tener chances electorales. Pero la inflación devora los presupuestos a un ritmo infernal. El 2023 sí, pero a qué costo, se preguntan. Es la diferencia entre los que tienen responsabilidad de Gobierno y los que venden humo para el microclima de Twitter.
Como Ajmechet hay pocos, pero poderosos. El bunker macrista de La Nación no tardó ni un minuto en desempolvar su discurso antimassista: no esperó ni un tropiezo. Sus espadas mediáticas, encabezadas por Eduardo Feinmann, no tardaron en comparar este momento político con los últimos meses de la gestión de Fernando De la Rúa o incluso de Raúl Alfonsín.
A su ritmo, los trolls de las redes sociales desempolvaron archivos de cuando el peronismo no comprendía el daño que un gobierno como el de Mauricio Macri podía infligirle al país. Es prácticamente un hecho que el Poder Judicial, la nueva máquina de impedir, los que gobiernan, de facto y para los mismos de siempre, acudirán en auxilio.
Por eso, más que nunca, es necesario el respaldo del Frente de Todos. Por eso Massa lo buscó y lo obtuvo. Ahora no puede fallar.
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