Nosotras, las enemigas
La licenciada en ciencias políticas y concejal de Tres de Febrero, Jimena Bondaruk, analiza (y cuestiona) las políticas de Javier Milei en clave feminista.
Argentina lleva años en crisis. La desconfianza en la clase política, los números rojos y la inflación galopante han hecho que muchos busquen a alguien que diga "basta". Y ahí apareció Milei, el economista rockstar, gritando que el Estado es el enemigo y que, con libertad, todo se arregla. Es simple, ¿no? Milei es el tipo que vino a decir lo que muchos querían oír: "Voy a desmantelar el Estado". Un Estado que, para muchos, hace rato dejó de ser la solución y se convirtió en el problema.
Ahora, Milei no solo habla de economía y Estado. No, no. Su discurso también tiene un capítulo reservado para las feministas, a quienes señala con el dedo acusador. En su mundo, ellas son las que "colectivizan" a la sociedad, las que "imponen" normas que atentan contra la libertad individual. Y claro, Milei no podía resistirse a convertirlas en el enemigo público número uno. Según él, las mujeres que luchan por sus derechos no solo están equivocadas: son una amenaza.
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Pero, ¿quién vota a Milei? Gente desilusionada, sí. Gente enojada, también. Pero no podemos ignorar a ese sector conservador que ve en el feminismo una conspiración malvada para destruir la moral, la familia, el mercado y, claro, la patria. Su electorado se compone de jóvenes frustrados y de sectores que creen que el feminismo es el culpable de todo: del aborto legal, de la ESI, de los derechos LGBTQ+... Todo. Para ellos, Milei es el tipo que va a poner fin a "esa locura".
La táctica es vieja, pero funciona: crear un enemigo. Y Milei lo sabe. Su enemigo es el feminismo. Y no se trata solo de desacreditar las demandas de las mujeres; no, Milei va más allá. Nos quiere hacer creer que la "ideología de género" es el verdadero peligro para la libertad. Sí, en su mundo, exigir igualdad salarial es poco menos que un acto de terrorismo económico. Y claro, atacar las luchas feministas no es solo parte de su estrategia, es la base de su narrativa de "nosotros contra ellos".
Milei necesita un enemigo interno y, ¿qué mejor blanco que el feminismo? En su lógica, cualquier política de igualdad es una amenaza colectivista. Pero más allá de sus declaraciones, lo interesante es que su discurso no se dirige solo a las mujeres. No, Milei habla a un sector que se siente incómodo con la igualdad, con la idea de que las mujeres, los LGBTQ+ y los más vulnerables tengan los mismos derechos. Ahí está su gran jugada: polarizar.
Para Milei, la palabra mágica es "libertad". Y en su visión, esa libertad incluye el derecho a ignorar los derechos de los demás. ¿El acceso al aborto? "Intervencionismo estatal". ¿Educación sexual integral? "Indoctrinación". En resumen, cualquier avance en derechos de las mujeres o minorías es una amenaza a su idea de libertad. Milei se presenta como el defensor de los individuos que solo quieren "ser libres", aunque esa libertad signifique pisotear los derechos de otros.
El feminismo en Argentina ha sido una de las fuerzas sociales más movilizadas. Y Milei, astuto, no dudó en antagonizar con él. No solo habla a los conservadores, también a los hombres que sienten que el feminismo les robó algo. ¿Qué cosa? Su privilegio. Al presentarse como el defensor de los hombres "oprimidos" por las feministas, Milei construye un relato donde el feminismo es el villano. ¿Es una estrategia electoral? Claro. ¿Funciona? También.
Milei sabe que la mejor forma de dividir es polarizar. Y no lo hace con sutilezas. Las mujeres que luchan por sus derechos son el enemigo. Así, su discurso refuerza la idea de que el feminismo es una "imposición", una "agenda progresista" que amenaza la libertad. Y claro, cada vez que Milei lanza una de sus frases incendiarias, su base aplaude. El enemigo está claro: las feministas. Y mientras tanto, los problemas reales siguen sin resolverse.
Las mujeres no se quedan calladas
Pero las mujeres en Argentina tienen una larga historia de lucha. Desde las Madres de Plaza de Mayo hasta el #NiUnaMenos, siempre han estado al frente. Y mientras Milei grita "libertad", las feministas responden con organización, con marcha y con resistencia. Porque la historia del feminismo en Argentina no es solo una historia de demandas, es una historia de conquistas. Y cada derecho ganado ha sido el resultado de una lucha feroz.
A diferencia del discurso simplista de Milei, el feminismo en Argentina es complejo. Se habla de derechos reproductivos, de igualdad salarial, de educación. No se trata de "colectivismo", se trata de justicia. Y mientras Milei sigue con su discurso anti-feminista, las mujeres siguen debatiendo, organizándose y ganando batallas. Porque el feminismo no es solo una palabra, es un movimiento que ha transformado la política y la cultura del país.
Y si hay algo que Milei no puede ignorar, es la fuerza de las mujeres en la calle. Desde el #NiUnaMenos hasta la legalización del aborto, las mujeres han demostrado que cuando se movilizan, ganan. Y frente a los ataques de Milei, la respuesta ha sido clara: no se retrocede. Las feministas han salido a la calle a defender sus derechos, dejando en claro que las conquistas no se tocan.
El feminismo en Argentina no es monolítico. Es interseccional. Incluye a las mujeres, a las personas LGBTQ+, a los pueblos originarios. Es un movimiento que lucha por la justicia social en todas sus formas. Y mientras Milei polariza, el feminismo articula. Porque la verdadera libertad, la que Milei no entiende, es la que se construye colectivamente, luchando por la igualdad y los derechos de todos.
Una historia de lucha que siempre vence
A lo largo de la historia, las mujeres han demostrado que no se retrocede. Milei puede gritar lo que quiera, pero las mujeres seguirán organizándose y luchando. Y mientras intenta polarizar, las mujeres siguen en las calles, debatiendo, movilizándose y ganando derechos. Porque la historia lo ha demostrado: cuando las mujeres luchan, siempre vencen.
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