A falta de un año para las elecciones legislativas de 2021, las internas dentro de Juntos por el Cambio se han vuelto silenciosas hasta convertirse en una verdadera partida de ajedrez. La última novedad en ese tablero es la irrupción de la dama, María Eugenia Vidal, después de meses ostracismo y tironeos.
A Vidal se la reconoce como “factor aglutinante”, jugadora más valiosa y, por tanto, ordenadora del principal espacio opositor. Por eso se posiciona como la indiscutible cabeza de la lista de diputados nacionales por la Provincia. Sin embargo, los mismos que la convocan a la “madre de las batallas” la descartan para las movidas subsiguientes. El gambito de la dama.
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Vidal lleva casi un año completo en el llano, prácticamente sin haber dado entrevistas ni encabezado actividades. Sus apariciones públicas más rutilantes tuvieron que ver con su vida sentimental, a partir de la relación que inició con el periodista Enrique Sacco. En su entorno anticipan que hasta 2021 permanecerá así: es la calma que antecede al huracán.
Hoy, Vidal es lo único que tienen en común una UCR que todavía debe renovar autoridades, un PRO que aplaca sus ansias parricidas -dirigidas, claro está, a Mauricio Macri– y una Coalición Cívica tan impredecible como su conductora, Elisa Carrió. Todos la consideran un poco propia y tironean de su figura. Incluso del otro lado de la General Paz.
La exgobernadora, cuentan en su entorno, se dedica exclusivamente a hacer un trabajo “puertas adentro” de JxC. Es cierto que, desde mayo, cuando trascendió un pedido para “salir a pelear y buscar el voto”, Vidal da puntada tras puntada para reforzar la unidad, que tiene forma de traje de candidata.
Cerca de Vidal hay optimismo: consideran que las tormentas internas de Juntos por el Cambio son cosas del pasado. O, más concretamente, que “lo peor ya pasó”. “La parte más critica es cuando apenas perdés la elección, cuando empiezan las estrategias de posicionamientos de los dirigentes, pero creo que acercándose al año electoral y no habiendo rupturas previstas en el corto plazo mostramos otra fortaleza”, le dijo a INFOCIELO uno de los armadores históricos.
Es verdad que el balance es positivo: la alianza que gobernó hasta 2019 sólo perdió en este año al partido FE, que ahora orbita cerca del peronismo, y que se llevó dos intendentes, una diputada provincial y tres diputados nacionales. Además, la fisura que provocaron Emilio Monzó y Gustavo Posse por ahora no es ruptura.
“Es cierto que hay un reclamo de la Coalición Cívica, el PRO y la UCR, para que sea ella, porque es la que más votos tracciona. No se si alcanza para ganar, pero por lo menos es la candidata que puede sostener la mayor cantidad de estructura posible”, analizan en su entorno. La decisión no llegará antes de 2021: Vidal apuesta al rol de oposición responsable.
“No va a interferir este año en discusiones políticas innecesarias. Creo que en todo caso va a discutir programas e ideas el año que viene. Este año es de pandemia, de mucha debilidad de los gobiernos nacional y provincial que no han podido hacer eje en los temas de gestión”, anticipan sus voceros.
La situación de Vidal es, en un punto, comparable a la de Cristina Fernández de Kirchner en 2017. La dama que deja el poder se convierte en la carta fuerte de una elección de medio término. Sólo que, a diferencia de la expresidenta, en el PRO descartan su regreso triunfal al poder. Dentro de la “ola amarilla” hay un grupo de dirigentes de estirpe bonaerense que quiere construir.
Se trata de una pata bonaerense “pura”, encarnada en las figuras de Jorge Macri, Julio Garro, Néstor Grindetti y los intendentes amarillos, quieren sumar volumen político y sueñan con la posibilidad de construir un candidato de este lado de la General Paz.
Macri quiere ser, pero también Cristian Ritondo, que está fuera del esquema “territorial”. Hasta Diego Santilli, que no tiene posibilidad de reelegir en Capital Federal, se animó a “recorrer” -virtualmente- la Provincia, enviado por Horacio Rodríguez Larreta, que, se sabe, está más interesado en llegar a la Presidencia de la Nación.
Esa jugada de Larreta y Santilli puso en guardia a los “barones” del PRO, que lanzaron el “grupo Dorrego” para consolidar su poder y cerrarles las puertas a los porteños. En las últimas horas se anotaron un poroto: sumaron a Vidal a sus recorridas virtuales. Con ese gesto, creen, se terminó de decidir que la exgobernadora se quede a competir en la Provincia de Buenos Aires, a pesar de que ella misma no se animó a descartar una candidatura porteña.
“Les quieren poner freno a la invasión porteña. No podemos seguir permitiendo que el sistema político que representamos haga la misma receta todas las elecciones”, le dijo a INFOCIELO, en clave analítica, un estrecho colaborador del armado.
El Grupo Dorrego lanzó varios globos de ensayo para medir su fuerza. Instaló el problema de las “tomas” de municipios en Olavarría, Junín y La Plata, y capitalizó cada tropiezo de Axel Kicillof y sus ministros. Esto le dio al núcleo de intendentes predicamento y visibilidad, dos factores necesarios para garantizar cohesión o, más coloquialmente, evitar garrochazos.
Será un vuelo corto, una transición, porque ninguno cree -o quiere- que vuelva a sentarse en el Sillón de Dardo Rocha. Claro que es una situación fácilmente reversible, a fuerza de encuestas.
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