La provincia de Buenos Aires tiene una disyuntiva que desvela al gobernador Axel Kicillof y su entorno: Si desdobla las elecciones legislativas deberá pagar un megaoperativo electoral en un año donde los recursos escasean. Si no lo hace, los comicios podrían ser un caos que duren más de diecinueve horas.
Así se desprende del simulacro de elecciones concurrentes que realizó el Gobierno Bonaerense y cuyos resultados no fueron para nada alentadores. En el mejor de los escenarios, cinco personas tardarían casi quince minutos en completar el circuito de boleta única para legisladores nacionales y boleta sábana para las categorías provinciales. Un panorama más realista arrojó que las mismas tardarían casi veinte minutos en elegir representantes.
En promedio, cada padrón bonaerense tiene 285 electores por mesa. Si todos tardaran la realista suma de 4 minutos en votar, los comicios deberían durar 19 horas. El doble de la jornada actual, que comienza a las 08:00 y finaliza a las 18:00. Según calcularon, entre 90 y 125 personas se quedarían sin votar. Ese escenario no contempla a los ausentes, pero tampoco tienen en cuenta problemas típicos de la jornada electoral como autoridades de mesa ausentes, personas con movilidad reducida y electores indecisos.
El negativo informe sobre las elecciones concurrentes y un mal antecedente
“La implementación del sistema de elecciones concurrentes podría generar dificultades en términos de tiempos de votación, aún en condiciones óptimas”, concluyó el informe que recibió el mandatario provincial. Es un golpe fuerte para la principal posibilidad que barajaban tras la decisión del gobierno de Javier Milei de impulsar la boleta única de papel, que fue aprobada por el Congreso.
El sistema tiene, además, el antecedente negativo de lo que ocurrió en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires durante las últimas elecciones primarias. Mientras las demás provincias habían votado en tiempo y forma, sin mayores inconvenientes, en la “moderna” capital aún había filas para sufragar con su novedoso voto electrónico. También tardaron más los resultados en cargarse, y la justicia electoral a cargo de María Servini los obligó a cambiar el sistema para las generales.
Acorralado por el sistema, pero también por la política, la mesa chica de Kicillof analiza con seriedad la posibilidad de concretar un desdoblamiento. Si el Senado confirma la suspensión de las elecciones primarias, la Legislatura bonaerense podría hacer lo propio y arrojarle un salvavidas fiscal al Gobierno, que en caso de desdoblamiento deberá afrontar íntegramente los costos del operativo electoral en una provincia de 307 mil kilómetros cuadrados.
Si finalmente se decanta por mantener el sistema concurrente, el escenario es oscuro. A las dificultades de implementar una nueva forma de votar habrá que agregarle los problemas típicos de cualquier fiesta de la democracia, que el simulacro encargado por Carlos Bianco no contemplaba. Desde los problemas edilicios en las escuelas hasta las personas con discapacidades, o los cuellos de botella en horarios pico.