La "sarasa" de los presupuestos de la última década
Al ministro de Economía, Martín Guzmán, no le perdonaron el descuido en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, y después de presentar el Presupuesto 2021, el funcionario tuvo que explicar malentendido que se generó antes de comenzar, cuando habló de sarasa mientras estaba el micrófono estaba abierto.
Por supuesto, el embate opositor no tardó en llegar. El radical Álvaro de Lamadrid opinó que “el ministro Martín Guzmán fue sincero al decir que iba a sarasear al presentar el Presupuesto 2021. Sarasa con la política monetaria, la inflación, el dólar y lo proyectado”, y cuestionó: “Volvemos a los presupuestos dibujados y a la discrecionalidad. Siguen sin plan ni rumbo económico”.
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El mendocino Alfredo Cornejo también cargó duro contra los dichos del titular del Palacio de Hacienda: “Muy bien Martín Guzmán en Diputados, vino a sarasear y lo logró. El Presupuesto que trajo es un documento incompleto, desprolijo y que habla más del pasado que del futuro”.
El presidente del bloque PRO, Cristian Ritondo, apuntó: “Hay que dejar de jugar a ser Robin Hood y pensar en cómo se construye un país en serio”, a lo que el cordobés Diego Mestre sumó: “para el 2021, dice que la inflación es 29% y el dólar a $102. Pura sarasa... a confesión de parte, relevo de prueba”.
En efecto, pareciera que Guzmán trajo a la discusión del presupuesto la palabra justa: “sarasa”. En los últimos 10 años, los gobiernos kirchneristas y macristas fueron autores de Presupuestos lejos estuvieron de la realidad, y quizá ahí esté el quid de la cuestión: la verdadera “sarasa” de las estimaciones presupuestarias en Argentina.
Una “sarasa” que no pasa desapercibida en países como Brasil que llevó a la destitución de Dilma Rousseff de la presidencia tras ser acusada culpable de alterar presupuestos. De hecho, el tema sigue vigente en el país vecino. El actual presidente, Jair Bolsonaro, dijo que no infringirá la ley fiscal para evitar sometarse a un proceso de juicio político como el que destituyó a la mandataria Dilma Rousseff en 2016, al justificar el nuevo recorte en el presupuesto, por la perspectiva negativa de crecimiento para este año.
La “sarasa” presupuestaria
Durante los últimos cuatro años, las metas oficiales respecto de las variables económicas PBI, inflación y dólar estuvieron bien lejos de lo efectivamente alcanzado. La primera ley de leyes del macrismo elaborada para el 2016 por el entonces ministro de Economía, Alfonso Prat Gay estimó un crecimiento del PBI del 3%, una inflación de 14,5% para todo el año, y un dólar a $11,20. Sin embargo, los resultados al 31 de diciembre del 2016 marcaron una caída del producto de 2,3%, una inflación de más de 25 puntos de diferencia (40,9%) y un dólar a 16,17 pesos.
Al Presupuesto 2017 lo consideraron adeptos al macrismo como el “más federal de los últimos 20 años”, pero tuvo un poco de “sarasa” estimativa. El gobierno de Cambiemos estimó un crecimiento del PBI 3,5%, una inflación 17% y un dólar a $18, en lo único que estuvo cerca fue en el valor de la divisa que al final del año cerró a 18,40 pesos. Sin embargo, el PBI creció sólo 2,9% u el Índice de Precios cerró en 25%, ocho puntos más que las metas oficiales, estimulado por la suba de tarifas, combustibles y prepagas.
Lo mismo sucedió con los presupuestos de Nicolás Dujovne, el 2018 y el 2019. Para el primero se proyectó un incremento del PBI del 3,5%, una inflación del 10% y un dólar a $19,30. Pero la crisis cambiaria hizo de las suyas, aceleró la inflación que llegó a niveles más altos de los últimos 27 años, y trajo recesión. El PBI cayó 2,5%, la inflación trepó a 47,6% y el dólar cerró a $38,86.
Para el Presupuesto 2019, el Gobierno de Mauricio Macri estimó una caída del PBI de 0,5%, una inflación de 23% y un dólar a $40,10; pero los resultados al 31 de diciembre mostraron una gran brecha: PBI -2,2; inflación 53,8%, dólar 82 pesos.
La misma tendencia “sarasera” se evidenció durante el segundo gobierno de Cristina Fernández Kirchner. Desde el Presupuesto 2011 elaborado y defendido en el Congreso por el entonces ministro de Economía Amado Boudou, pasando por los que tuvieron a Hernán Lorenzino a la cabeza e incluso a los que elaboró el actual gobernador de la Provincia y por entonces titular de Hacienda, Axel Kicillof.
Por ejemplo, el Presupuesto 2015 tuvo una pauta de crecimiento de 2,8%, una inflación de 15,6% y un dólar a $9,45; sin embargo, el PBI creció por debajo de la meta, un 2,1%; la inflación fue el doble de la estimada y el dólar valió 4 pesos más.
En 2014, la ley de leyes proyectó un PBI de 6,2%, una inflación de 9,9% y un dólar a $6,33; y quedaron lejísimos de las efectivas variables: según el INDEC aquel año la economía creció solo el 0,5%, el índice de precios avanzó considerablemente al 23,9%, y el dólar se estiró otra vez cuatro pesos.
Los pronósticos kirchneristas también fueron esquivos a la realidad de 2013. El Presupuesto de Lorenzino estimaba un PBI del 4,4%, inflación de 10,8% y dólar a $5,10; pero el producto creció un punto menos (3%) y el dólar valió el doble. El índice de precios fue el que se mantuvo cerca de la proyección al aumentar, según cifras oficiales, 10.9%. La misma lógica siguió el otro proyecto elaborado por el ministro. En 2012 se estimó una pauta de crecimiento de 5,1% cuando creció 1,9% y una inflación anual de 9,4%, pero subió un 10,8%. El dólar se mantuvo alrededor de los $4 cerca de las proyecciones.
Por último, el pronóstico que tuvo como autor a Amado Boudou estimó un exiguo 4,3% de expansión, cuando el PBI creció finalmente el doble (8,9%); un 8,9% de alza de precios que terminó siendo de 9,5%, y un dólar a $ 4,10 que sólo se separó de las metas por unos centavos ($4,32).
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