La filósofa Verónica Gago analizó en LA CIELO el auge de las nuevas derechas en Argentina y el proyecto político que encarna Javier Milei. Sostiene que no se trata de un fenómeno aislado ni meramente ideológico, sino de un intento de reorganización radical de la sociedad, en línea con un modelo global de ultraderecha. Educación, endeudamiento, feminismo y sentido común: los ejes de una disputa que va mucho más allá de una coyuntura electoral.
La entrevista se dio en el programa Qué pasó, por LA CIELO 103.5, y dejó un mapa conceptual útil para comprender el momento actual. Gago propone entender lo que ocurre no solo como un cambio de gobierno, sino como un intento de refundación cultural, económica y subjetiva. “Lo que este gobierno hace bien es destruir”, sentenció.
Una disputa por el sentido común
Para Gago, el fenómeno Milei y el llamado Derecha Fest no deben leerse como hechos sueltos, sino como parte de una operación más ambiciosa: disputar el sentido común. “Es un intento de reorganización completa de la sensibilidad social”, señaló. Esa reorganización apunta a borrar los avances conseguidos en derechos humanos, feminismo, economía popular y otros movimientos sociales que marcaron la política argentina en las últimas décadas.
Lo que está en juego no es solo la gestión económica, sino la forma de entender lo que es legítimo, lo que vale, lo que debe ser preservado o descartado. Desde esa mirada, los discursos provocadores del oficialismo no son exabruptos aislados, sino estrategias coherentes con un proyecto de largo plazo.
Gago advierte que Argentina está funcionando como un laboratorio para las ultraderechas globales, que observan con atención el nivel de radicalización política, económica y cultural del experimento libertario. “Ya no necesitan esconder nada, lo dicen todo abiertamente. Ese corrimiento de los límites es parte del plan”.
La derecha no es antiintelectual: tiene su propio plan cultural
Una de las claves de la entrevista fue desarmar la idea de que estas nuevas derechas son simplemente “antiintelectuales”. Para Gago, el gobierno de Javier Milei y sus aliados están construyendo su propio proyecto intelectual, con referentes propios, recursos públicos y privados, y una agenda de intervención concreta.
“La avanzada contra la Educación Sexual Integral no es solo para eliminarla, sino para reemplazarla por contenidos que reproduzcan violencias”, explicó. Lo mismo sucede con la intención de modificar currículas escolares y desfinanciar la educación pública, la investigación científica y el CONICET. No es ignorancia: es una apuesta deliberada a instalar otro paradigma educativo y cultural.
En este sentido, la producción de conocimiento crítico es vista como una amenaza. Desde la investigación social hasta los discursos de derechos, el gobierno busca desactivar todo lo que cuestione los fundamentos del nuevo orden. “¿Por qué financiar investigaciones que analizan el impacto de la deuda si el objetivo es justamente endeudar más?”, se preguntó Gago.
Inclusión endeudada y revanchismo económico
Otro de los conceptos centrales que dejó la charla es el de inclusión endeudada. Según Gago, muchas políticas de inclusión de los últimos años fueron solo superficiales: permitieron el consumo, pero no modificaron la estructura de precariedad. “Para acceder a bienes básicos, mucha gente se endeudó. Ese tipo de inclusión genera frustración y enojo”.
La ultraderecha capitaliza esa frustración con un discurso revanchista: promete más mercado, más orden y menos derechos. Gago lo describe como “un capitalismo más violento y extremo”, que aparece paradójicamente como respuesta a las fallas del modelo anterior. “Frente a un capitalismo que no resolvió la vida cotidiana, lo que aparece es más capitalismo”.
El proyecto actual, afirma, desecha todo lo que no es rentable: jubilados, personas con discapacidad, científicos, estudiantes. “La lógica es clara: si no producís desde el punto de vista del capital financiero, no merecés existir políticamente”, resume.
Cuidar, criar, sostener: el trabajo que el capitalismo no paga
Sobre el final de la entrevista, Gago volvió sobre un tema clave: la feminización de la pobreza y el trabajo de cuidados. Retomando ideas de Silvia Federici, explicó que el sistema económico necesita del trabajo no pago que realizan mayoritariamente las mujeres: cuidar niños, ancianos, sostener hogares, reproducir la vida.
Ese trabajo es invisibilizado bajo el discurso del amor o la familia, y no se remunera. Al mismo tiempo, sectores conservadores promueven modelos como el tradwife —la mujer ama de casa tradicional— como ideal aspiracional. “Si alguien lo elige, está bien. Pero es un modelo que atrasa mucho cuando todavía estamos discutiendo que el cuidado sea una responsabilidad compartida”, dijo.
En un contexto de precarización general, estas jerarquías se refuerzan con más violencia, más exclusión y más exigencias sobre quienes están en la base de la pirámide social. “Es una manera de gestionar el empobrecimiento: decidir quién merece salario y quién ni siquiera merece ser reconocido como trabajador”.