El Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmó hoy el inicio de negociaciones formales con Argentina para establecer un nuevo programa financiero que reemplace el actual de Facilidades Extendidas, el cual vence a fin de año. Esta decisión surge en un contexto marcado por contradicciones flagrantes en el discurso y las acciones del gobierno libertario encabezado por Javier Milei, el cual necesita una base de dólares sustancial para sostener el plan económico durante el 2025.
La vocera del organismo, Julie Kozack, manifestó durante la última conferencia de prensa del año en Washington que “las autoridades han expresado formalmente su interés en pasar a un nuevo programa y las negociaciones están en marcha”. Sin embargo, este anuncio resalta un giro irónico en la narrativa oficialista: Mientras el superávit fiscal logrado a base de devaluaciones y caída del consumo es presentado como un éxito, ahora se negocia con el FMI una nueva refinanciación de los US$ 44.000 millones del acuerdo stand-by firmado por Mauricio Macri en 2018.
Cabe recordar que este mismo gobierno criticó fuertemente el endeudamiento en el pasado. Manuel Adorni, actual vocero presidencial, escribía en 2020: “ Tener que recurrir al FMI solo deja en evidencia el rotundo fracaso del gobierno. Argentina, un país”. Años después, esta postura ha sido abandonada en favor de un enfoque más pragmático que, paradójicamente, se alinea con las prácticas que antes condenaban.
La insólita contradicción de Luis Caputo
Peor aún, Luis Caputo, actual ministro de Economía y artífice de parte del endeudamiento bajo el gobierno de Macri, también dejó en claro su postura en redes sociales a principios de este año. En un tuit dirigido a Cristina Kirchner, afirmó: “Señora, nunca es tarde para aprender un concepto económico muy básico y que lamentablemente usted siempre ignoró: Deuda sólo se toma cuando hay déficit fiscal”. Si el superávit fiscal es el gran éxito de la gestión libertaria ¿por qué se recurre a un nuevo préstamo? Esta declaración cobra especial relevancia al considerar que, según Kozack, las dos revisiones pendientes del programa vigente podrían haber generado un desembolso de US$ 1.000 millones, ahora postergado.
El FMI destacó logros como la reducción de la inflación, el superávit fiscal y una mejora en las reservas internacionales, pero estos avances han tenido un costo alto para la población, con una marcada disminución en el consumo y el poder adquisitivo, golpeando directamente a sectores vulnerables como los jubilados y a la obra pública, una de las principales generadoras de trabajo. Al respecto, Kozack remarcó que “no es raro que las autoridades dejen que un acuerdo existente expire sin completar todas las revisiones mientras están considerando pasar a un nuevo programa respaldado por el FMI”.
Las negociaciones que se llevarán a cabo durante los próximos meses no solo definirán las condiciones del nuevo acuerdo, sino también marcarán un capítulo más en la historia de tensiones y contradicciones entre la retórica gubernamental y las realidades económicas que enfrenta Argentina.