La reciente visita de la general Laura Richardson a Argentina está dejando una estela de declaraciones que resuenan con un eco de urgencia, alerta y preocupación. Entre ellas, una en particular capturó la atención de la opinión pública y los analistas: “Es sólo cuestión de tiempo para que el fentanilo se convierta en epidemia en Latinoamérica ”.
Esta afirmación, pronunciada con la certeza de quien conoce los entresijos de la seguridad nacional, plantea una pregunta ineludible:
¿Estamos ante un análisis basado en datos y tendencias observables, o es acaso una expresión de deseo que busca “socializar” y compartir con Latinoamérica, (“el patio de atrás de EEUU”), el grave problema de droga que tiene su país?
LA DROGA Y LATINOAMÉRICA
La lucha contra el narcotráfico ha sido una herramienta, y también una excusa constante, en la agenda de “cooperación” entre Estados Unidos y América Latina.
Sin embargo, la mención del fentanilo —un opioide sintético hasta 50 veces más potente que la droga hasta hace unas décadas más peligrosa, como la heroína— introduce un nuevo capítulo en esta batalla.
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Las implicaciones de una “epidemia” de fentanilo son graves, considerando el devastador impacto que tiene en comunidades a lo largo de Norteamérica.
Richardson, al frente del Comando Sur de los Estados Unidos, no es ajena a los problemas endémicos que enfrenta la región como bajos salarios, pobreza, marginalidad, hambre y sometimiento e incremento del delito fruto de estas injusticias históricas en Latinoamérica.
Su mención del fentanilo ¿refleja una preocupación por la salud pública en la región sur de América? ¿O acaso establece un nuevo portal hacia la razón perfecta para la intervención norteamericana con el artilugio de preocuparse por la estabilidad y seguridad regional?.
Quizás, además, sea la excusa idónea para culpar de esta droga a la influencia de potencias ‘extranjeras’ como China, Rusia e Irán, y temas como la inmigración, la pesca ilegal y la implementación de la tecnología 5G.
Cualquier tema puede ser ideal para hacer creer a la población que estos son factores que, en conjunto, podrían “crear un caldo de cultivo para que el fentanilo florezca en suelo latinoamericano”. Sus declaraciones podrían ser entonces el huevo de la serpiente que funcionen como las inexistentes “armas químicas” de Irak en la primera década de este siglo XXI.
