Javier Milei decidió asfixiar presupuestariamente a las Universidades Nacionales y la sociedad argentina decidió ponerle un límite. Cientos de miles de personas salieron a las calles de la Capital Federal pero también de cada ciudad argentina para defender la educación superior pública, gratuita y de calidad, una de las últimas vacas sagradas que le quedan.
Hubo mucha participación “espontánea”. También partidos políticos, sindicatos. Se sumaron los estudiantes de las universidades privadas: hubo una columna de la UADE. Periodistas como Eduardo Feinmann o Esteban Trebucq, libertarios de la tele, se encolumnaron en la defensa del sistema universitario.
Sólo y encerrado en el palacio, como un rey impotente que se ve abandonado por sus leales y asediado por el ejército enemigo, Javier Milei hizo una catarsis enfermiza a puro retuit. Provocar, provocar y provocar. Aferrado a su teléfono, el Presidente hizo decir a otros que la marcha “es política”, que “la casta secuestró a la educación” y que lo que se defienden son privilegios.
Un ejercito troll contra las universidades
Su ejército de trolls hizo el resto del trabajo sucio. En cuestión de horas posicionó como tendencia palabras clave como “golpistas” o “corruptos”. Atacó sistemáticamente a todo dirigente que se expresara a favor de la marcha o en contra de la política educativa del gobierno.
“El que no lo ve es porque no quiere. Defendamos la educación pública, pero vamos a eliminar el curro político”, fue uno de los mensajes que retuiteó el Presidente. Los datos duros dicen que las Universidades tienen el presupuesto más bajo desde que se tiene registro porque el Gobierno decidió prorrogar nominalmente los fondos que le dio en 2023. En este momento del año, la Educación superior ya consumió el 98 por ciento de los fondos disponibles. La “milagrosa motosierra” lo hizo.
Los cómplices de la motosierra la pasaron mal
Los cómplices de Milei también la pasaron mal. El radical cordobés Rodrigo De Loredo quiso participar de la movilización junto al resto de la UCR. De Loredo forma parte de ese extraño experimento político que es el cordobesismo, en su variante radical. Entusiasta del DNU y de la Ley Bases, lloró en público cuando Milei lo desairó.
La calle tampoco lo quiere: hubo un repudio generalizado a su presencia. “Andate, lacra”, le gritaron. De Loredo ya demostró que tiene una sensibilidad particular y hay preocupación por su estado de ánimo después del mal momento. No se trató, hay que remarcarlo, de una cuestión partidaria: la UCR marchó con sus dirigentes a la cabeza. Facundo Manes y Pablo Juliano se dejaron ver en la calle y en las redes sociales. No recibieron ni un reproche.
Patricia Bullrich y su protocolo antipiquetes, burlado masivamente por tercera vez, son dos víctimas colaterales de una marcha que, al menos hasta las 17 horas, se desarrollaba pacíficamente.
Sergio Massa salió a la calle para defender a las universidades
También participaron dirigentes del peronismo. Axel Kicillof encabezó una columna universitaria. Sergio Massa acompañó a sus hijos y evitó hacer declaraciones. Cristina Kirchner se asomó por su balcón y mostró un buzo de la Universidad Nacional de La Plata. No tuvieron inconvenientes porque nadie duda de su compromiso con la educación pública.