Hay gestos que delatan más que cualquier discurso. Y hay gestos que se transforman en política de Estado cuando un intendente, lejos de esconder la deshumanización de su gestión, la celebra y la difunde como si fuera una hazaña épica del lejano oeste. Guillermo Montenegro, intendente de General Pueyrredón, publicó en sus redes sociales un video donde muestra orgulloso a la Patrulla Municipal realizando operativos para “recuperar el espacio público”, expulsando a limpiavidrios, trapitos y personas en situación de calle.
Todo adornado con frases que hielan la sangre por su crudeza: “Te volvés al Conurbano”, “¿Estás borracho?”, “Te vas”. Como si se tratara de una peste y no de personas atravesadas por la exclusión.
MONTENEGRO JUGANDO AL “FACHO DEMAGÓGICO”
El tono elegido no es casual. El mensaje tampoco. Montenegro no habla a la totalidad de sus vecinos, sino a un núcleo duro que aplaude cuando se margina al marginado, cuando se echa a los caídos de un sistema que hace décadas dejó de contener.
No hay en su discurso ni una pizca de compasión, ni una pregunta por las causas que empujan a alguien a vivir en la calle, a limpiar un vidrio por unas monedas, a subsistir en la informalidad. No. Hay una lógica punitivista, autoritaria, que estigmatiza y expulsa. Y que, además, encuentra en el conurbano bonaerense un chivo expiatorio perfecto, ese lugar siempre señalado como el nido del desorden, la cuna del delito, el refugio de la “lacra” que amenaza a “la ciudad de la gente de bien”.
Montenegro no sólo permite estas acciones: las convierte en un show. Edición satírica, música de fondo, primeros planos cuidadosamente elegidos para resaltar el dramatismo de la escena. No hay política social, no hay dispositivos de contención, no hay programas de inclusión. Hay escarnio. Y hay aplauso fácil para los votantes que se sienten seguros viendo cómo se patotea al que duerme en una vereda. El intendente incluso promueve una línea directa para denunciar la presencia de estos trabajadores informales, como si se tratara de criminales en fuga.
“RETÍRESE DE MAR DEL PLATA”
Las frases del video son explícitas y preocupantes: “Los vecinos nos piden que gente como usted se retire de Mar del Plata”; “muy linda Mar del Plata, pero no para hacer esta actividad”; “acá se trabaja”.
Se erige así una barrera simbólica que define quién tiene derecho a habitar la ciudad y quién debe ser expulsado, como si los márgenes sociales fuesen un problema estético y no una cuestión estructural. Como si se pudiera legislar la pobreza a palazos, o borrarla del paisaje con un uniforme y un video editado.
Detrás del operativo hay más que una patrulla: hay una visión de mundo. Una que clasifica, que jerarquiza, que se ensaña con el más débil y que refuerza un sistema de castas donde el intendente se muestra como defensor de la “ciudad blanca, ordenada y productiva” frente a la “barbarie” del conurbano.
Todo sin hacerse cargo del deterioro económico y social que empuja a miles a caer en la calle, sin un Estado que los abrace. Un sheriff sin alma, en una ciudad donde cada vez menos se puede hablar de humanidad.