

Algunas empresas reducen cantidad o peso de sus productos sin modificar el precio, con el objetivo de aumentar sus márgenes de beneficio. Francia lo prohibirá
La reduflación es un fenómeno que afecta también a los consumidores de Francia y de muchos países, especialmente en tiempos de crisis económica. Consiste en que algunas empresas reducen la cantidad o el peso de sus productos un poco, sin bajar el precio, con el objetivo de aumentar sus márgenes de ganancia. De esta forma, los consumidores pagan lo mismo por menos producto, lo que supone una pérdida de poder adquisitivo y una forma encubierta de tapar la inflación.
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Esta práctica se detectó en el país galo en diversos sectores, como el alimentario, el cosmético, el farmacéutico o el de limpieza. Algunos ejemplos son los helados que pasaron de 500 a 450 mililitros, las galletas que se venden en paquetes de 200 en lugar de 250 gramos, las cremas que se presentan en envases más pequeños o los detergentes que se reducen en tamaño.
Los fabricantes suelen argumentar que la reducción del producto se debe a razones ecológicas, como el ahorro de materiales o la reducción de emisiones. Sin embargo, las organizaciones de consumidores denuncian que se trata de una estrategia comercial engañosa, que no respeta el derecho a la información y a la transparencia. Además, señalan que la reducción del producto no siempre va acompañada de una disminución del impacto ambiental, porque a veces se utilizan más envoltorios o se generan más residuos.
Ante esta situación, Francia decidió prohibir la reduflación desde noviembre de 2023. La primera ministra, Élisabeth Borne, anunció que todos los productos sujetos a cambios de cantidad tendrán que señalarlo en las etiquetas para no engañar más al consumidor. Así, Francia se convierte en el primer país europeo en tomar medidas contra esta práctica, que también se aplica en España y otros países de Europa, y por supuesto, desde hace años en Argentina, sin penalidades salvo cuando lo hacen 0ara evadir tramposamente acuerdos con el gobierno como Precios Justos o anteriormente Precios Cuidados, haciendo con esta maniobra fraudulenta un esquive a lo firmado al presentar un producto similar pero por fuera del programa preacordado.
La medida está siendo bien recibida por las asociaciones de consumidores francesas, que llevaban años denunciando la reduflación. Sin embargo, también advierten que es necesario un control efectivo por parte de las autoridades para garantizar su cumplimiento. Por otro lado, algunos economistas liberales cuestionan la eficacia de la medida, porque argumentan que los fabricantes podrían optar por subir directamente los precios o reducir la calidad de los productos.
Las asociaciones de consumidores de Francia alertan sobre que la reduflación es un problema que afecta al bolsillo y a los derechos de los clientes e instruyen que para evitarlo es importante estar atentos a las etiquetas y comparar los precios por unidad de medida (kilogramo, litro, etc.). También insisten en que es conveniente reclamar ante cualquier irregularidad y exigir una información clara y veraz sobre los productos que se adquieren.
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