La historia del Banco de Crédito Provincial (BCP) y su colapso en 1997 es uno de los episodios más emblemáticos de la relación entre el periodismo, la política y el sistema financiero en Argentina. En el centro de este escándalo se encuentra el hoy fallecido Jorge Lanata, quien, a través de su programa Día D, destapó las maniobras fraudulentas de la familia Trusso, dueña de la entidad bancaria, que terminaron con el cierre del banco y sus directivos prófugos o detenidos.
Sin embargo, detrás de esa investigación, hay relatos en off que sugieren una historia aún más turbia.
La denuncia en “Día D” y sus consecuencias
El 10 de agosto de 1997, Día D emitió un informe que revelaba las irregularidades en el BCP. Según el programa, el banco inflaba artificialmente sus balances para aparentar una solidez inexistente, mientras utilizaba depósitos de los ahorristas para operaciones fraudulentas.
La denuncia generó pánico entre los clientes del banco, quienes retiraron $33 millones en un solo día, iniciando una corrida bancaria que en cinco jornadas agotó las reservas del BCP.
El 22 de agosto, el banco cerró sus puertas y poco después la Justicia ordenó la captura de Francisco Javier Trusso, directivo del BCP, por estafas reiteradas y asociación ilícita. Su detención en Brasil casi dos años después expuso la red de conexiones políticas y religiosas que la familia Trusso había tejido, involucrando al Vaticano, altos funcionarios del menemismo y figuras eclesiásticas como el cardenal Antonio Quarracino.
Los rumores sobre Lanata y la extorsión
A pesar del impacto positivo de la denuncia en la carrera de Lanata, trascendieron versiones que lo colocan en una posición incómoda.
Según fuentes cercanas a la producción de Día D, antes de emitir el informe, Lanata habría intentado negociar con la familia Trusso para no difundir la información a cambio de algún auspicio.
Este supuesto intento de extorsión, (nunca comprobado), habría sido rechazado por los Trusso, quienes habrían subestimado el alcance del material en manos del periodista.
La negativa habría llevado a Lanata a divulgar la investigación completa, lo que selló el destino del BCP. En este contexto, las versiones indican que el modus operandi de Lanata no sería aislado, sino parte de una práctica común en el periodismo argentino, donde los medios y periodistas negocian silencios a cambio de beneficios económicos.
El entramado político y religioso
El caso del BCP no solo expuso las maniobras financieras de los Trusso, sino también sus vínculos con el poder.
Francisco Trusso padre, embajador ante el Vaticano durante el menemismo, había utilizado su influencia para consolidar al BCP como el banco preferido de la Iglesia. Según Página 12, el banco financiaba lujos del entonces arzobispo de La Plata Quarracino y manejaba préstamos fraudulentos, como uno de $10 millones en el que se falsificó la firma del prelado.
La caída del banco destapó estos manejos y dejó a más de 50.000 ahorristas perjudicados. Sin embargo, el gobierno de Menem intentó encubrir el caso hasta que la presión mediática lo hizo imposible.
Un legado controvertido
El episodio marcó un hito en la carrera de Lanata, consolidándolo como un periodista de investigación implacable.
No obstante, los rumores sobre sus métodos oscuros persisten, empañando su legado, especialmente luego de que se asoció durante algún tiempo con otro banquero sospechado y acusado contemporáneamente a los Trusso, como fue Raúl Moneta, a quien también señalaba por aquellos años Jorge Lanata como parte de la corrupción menemista, pero con quien luego terminó tejiendo una relación comercial para un emprendimiento periodístico.

