La “avispa de Menem” es el nombre popular que se le asignó al eufemismo utilizado en los años ’90 para explicar el cambio morfológico en la cara del entonces primer mandatario de origen riojano. El apodo se debió a que el ex presidente Carlos Menem dijo haber sido picado por una avispa durante un paseo por el lago Nahuel Huapi. Sin embargo en aquel momento comenzaron circular especulaciones que vincularon la situación narrada oficialmente con las supuestas cirugías estéticas que se habría hecho para rejuvenecer su rostro. El domingo un evento similar, aunque adaptado a los modernos tiempos tecnológicos que se desarrollan en la actualidad, provocó un instantáneo recuerdo a esas épocas para los más adultos, porque la oficina del presidente Javier Milei publicó unas fotografías en las que el libertario luce llamativamente más joven, delgado y “apuesto” a lo que en realidad es.
Enseguida aparecieron en redes las especulaciones acerca de por que razón, de un minuto para otro, se veía tan radiante y rejuvenecido en la pose dada a conocer al mundo a través de sus cuentas. Pero nadie brindó explicación alguna sino que se dejó pasar lo que a ojos vista es una clara modificación de la forma de su rostro por medio del uso de aplicaciones con filtros que mejoran de modo sustancial la imagen de las personas, conocida como Photoshop.
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ANTES BOTOX O CIRUGÍA, AHORA…
En épocas menemistas, sin redes sociales ni apps, las modificaciones en la apariencia del mandatario se realizaban de modo “Old fashion” o “a la vieja usanza”, es decir con retoques de cirugía estética o aplicación de productos para reafirmar la piel y eliminar arrugas. Ahora lo más importante parece ser transmitir una imagen juvenil y fresca del mandatario de 53 años, minimizando (o sin importar) el profundo contraste con otras instantáneas tomadas apenas segundos antes por fotógrafos y reporteros gráficos, o simplemente por los teléfonos celulares de los presentes, otra posibilidad inexistente en los 90.
Es que durante horas, Milei estuvo expuesto a la vista de cámaras y flashes, desde antes del mediodía hasta la gala nocturna en el Teatro Colón, y por supuesto mientras se transmitía oficialmente el evento de asunción.
La paradoja fue que la foto oficial del presidente junto a su gabinete sea una de las más veces publicadas por su entorno y que generó un revuelo inesperado a causa de que fue tomada en privado y tenía ese detalle tan particular, diferente e interesante.
A los pocos segundos ya los usuarios comenzaron a plantear los visibles retoques en la imagen oficial, acusando al nuevo presidente de recurrir a Photoshop para modificar aspectos de su rostro.
La polémica fue “increscendo” a partir de la veloz difusión de comentarios y memes que cuestionaron la autenticidad, la honestidad, la coherencia, la veracidad, la transparencia y la oportunidad de la publicación de la foto presidencial por parte de su entorno comunicacional.
Una de oas críticas más profundas decía que se trataba de una subestimación a ka inteligencia de los ciudadanos, en especial de lis propios votantes de Javier Milei, como si se hubiera aplicado la lógica de los puberes cuando se exponen a publicar su rostro con filtros de aplicaciones, como por ejemplo la rusa Faceapp.
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